Mundo ficciónIniciar sesión—Auch, no sé qué duele más, que veas mis programas de cocina, pero que no sepas nada de mí o que no hagas esto por mí por ser mi fan. —se coloca una mano en el pecho y se hace el ofendido.
—Pues no sé porque lo haces, así que no hay motivación alguna que me conmueva y diga “oh, voy a aceptar su propuesta porque la está pasando mal”. —le digo y se ríe, pero insisto con la mirada.
—Tal vez lo harías porque eres mi fan y quieres verme feliz —insinúa.
—No soy tu fan —me burlo—, tienes talento en la cocina, pero hasta ahí.
Él no queda satisfecho con ello, se queda callado por unos momentos y suspira.
—¿Es necesario que lo sepas?
—Podría evitar que me gustes —bromeo encogiéndome de hombros—. Si eres guapo, pero si tienes un lado oscuro, se te quita totalmente lo atractivo.
Miento, el lado oscuro y misterio de un hombre, es una de las cosas que más enamora, pero depende.
—Jum, creí que estabas segura de amar a tu esposo, pero lo entiendo, soy increíble —dice muy creído y ruedo mis ojos— ¿En serio no lo sabes? —me mira extrañado y niego—. Pensé que lo sabías, para ti debería ser obvio, mientras que para otros no.
Camino hasta mi cama y me siento, lo miro y coloco mi mano en la cama, palmeando esta para invitarlo a sentarse.
—Cuéntame. —le doy media sonrisa.
Luca da un suspiro y camina hasta mi para luego sentarse a mi lado, el ambiente se vuelve tranquilo, amistoso.
—Me enamoré de una mujer, tuvimos aventuras y nadie sabe quién es, pero sospechan que tengo pareja desde hace un tiempo, me vieron tan enamorado y nos cacharon, pero su rostro no se veía, preguntaron sobre si habría boda y he aquí, buscando su reemplazo.
—No entiendo, ¿por qué no te casas con ella? —digo pensando que es simple.
—Porque es una mujer casada que no puede divorciarse por un tiempo y si su esposo afirma que le fue infiel, la demandará y yo no quiero eso para ella.
Asiento con delicadeza, que mal, la casaron por contrato también.
—¿Afirma dices? —le pregunto.
—Así es, es que él ya tiene sospechas y me toco hacerlo así.
—¿Y por qué yo? —lo miro.
—Buscaba alguien que se asemejara a la imagen que me tomaron, de espaldas eres muy parecida a ella. —confiesa mirándome y ahora si me pone nerviosa—. Del resto fue fácil, tu padre es un hombre que negocia todo.
Hago una mueca y me levanto para caminar un poco.
—¿Pero en una iglesia? ¿En serio? ¿Al menos pudiste consultarme?
—Tu pudiste darme ideas —se queja.
—Lo hice, pero como había que complacerte, parece que nunca llegó el mensaje —lo miro mal y él se levanta.
—Calma, ¿Qué tiene de malo que sea en una iglesia? —se pone tan cerca de mí que me alejo, pero me sostiene de la cintura para evitarlo.
—Que siempre quise casarme con el amor de mi vida en una iglesia, sin embargo, por el dinero, solo pudimos hacerlo por civil —le explico mirándolo a los ojos.
—Me encantaría complacerte por agradecimiento, pero ya tenemos todo listo, así que podrás repetir esto después de un año.
—Solo se casa una vez ante los ojos de Dios —le digo.
—¿Y quién dice que Dios no te vio al casarte por civil? —arquea una ceja— Creo que lo que más importa es que tu corazón se case una sola vez ante sus ojos...
Me suelta y me deja sin palabras.
—Te espero abajo, aunque vayamos en autos diferentes, solo vine a conocer a mi futura esposa y creo que es genial. Al menos no será un año largo.
Yo asiento y lo veo salir de la habitación, parece que esto será más sencillo, es alguien que puede ser un amigo, de esos de los que nunca te pasa por la mente que habrá algo más. Y creo que es mejor eso que convivir con alguien que no me cae bien.
Me fijo por última vez en el espejo para estar lista para esta boda, me doy unas palabras de aliento y practico mi discurso, no es especial, de hecho, es el mismo que le escribí a Felipe con mucho amor, imaginaré que me estoy casando con él, esto es por él. Saco mi móvil e intento llamarlo porque estoy nerviosa, pero nuevamente no responde y eso me tiene algo preocupada, tal vez le pida a Luca que me lleve allá luego, fingiendo tener una luna de miel.
Guardo mi teléfono y doy un suspiro, estoy lista, salgo de mi habitación y busco a mi hermana menor Morgan, papá la envió para que me apoyara y que obviamente fuera mi dama de honor, mi relación con ella es normal, creo, nos llevamos bien, no tenemos algún conflicto, pero tampoco somos muy unidas y es porque una de nosotras si hace lo que dice mi padre.
Ella ni siquiera estuvo mucho tiempo cuando me estaban arreglando, pero si me escuchó cuando le dije mi inquietud sobre no conocer a mi esposo, ella intentó darme palabras de aliento porque si lo conoce, sin embargo, eso no me ayudó.
En fin, camino hacia su habitación, para irnos juntas, me detengo en su puerta y toco.
—Morgan, ¿puedo pasar? —le pregunto.
—¡Ah, sí! —la escucho rara desde adentro y abro la puerta.
Lo que veo me deja boquiabierta, mi futuro esposo y mi hermana estaban follando, Morgan está ligeramente inclinada y se apoyaba de su peinadora, su vestido estaba subido más arriba de la cintura y sus bragas estaban entre sus piernas, no la bajaron completamente, y Luca estaba parado detrás de ella a espaldas de mí y solo se puede ver su trasero pálido y sus pantalones abajo.
Hago un sonido de impresión y logro llamar la atención de Morgan, quién me mira a través del espejo.
—Lucía —me dice con temor.
Luca se detiene y se voltea a verme, yo me incomodo, mis mejillas arden por esta situación.
—Lucía, déjame explicarlo —Luca se preocupa en vestirse y acercarse a mí, mientras que yo cierro la puerta y me voy.
Estoy confundida y perdida, y si me voy es porque necesito pensar, ¿entonces es mi hermana de la que él está enamorado? ¿Por qué no me dijo? ¿Qué está pasando?
Bajo las escaleras con rapidez y creo que ya me estoy arrepintiendo de hacer esto, no sé por qué. Al llegar a bajo, me voy al patio trasero donde se halla el jardín y la piscina, camino de un lado a otro, angustiada por lo que acabo de ver, ¿Por qué lo estoy? No lo sé, yo también quisiera saber por qué.
—¿Te encuentras bien? —me pregunta alguien y me detengo, mientras que sujeto el dije de mi collar y lo froto por los nervios.
—Sí, yo... no lo sé, tal vez estoy nerviosa —confieso a quién sea que me haya hablado, no me he atrevido a levantar mi mirada.
—Yo también me puse nervioso cuando me casé, sobre todo cuando me dieron la mujer equivocada... —insinúa y levanto la mirada, otra sorpresa para mí.
—¿Andrés? —no podía creerlo.
Andrés Chamberlain, el hombre con quién me iba a casar por contrato hace unos años.
—Hola Lucía, que bueno verte después de tanto tiempo —me da media sonrisa.
Su sonrisa se le marca con unos hoyuelos, sus cejas son pobladas y su cabello es castaño oscuro, más unos ojos color avellana, muy atractivo.
—¿De verdad lo cree? No quise casarme con usted.
—Lo sé y a cambio me casé con tu hermana, es lo que tu padre tenía para ofrecerme y yo no tuve más remedio, pero quería casarme contigo, te había elegido.
—Nadie te obligó a casarte con ella.
—Lo hice por negocios, Lucía, no tuve opción. En cambio, contigo, iba a tener amor y negocio.
—Iba a ser un amor no correspondido.
—Estaba seguro de que el amor nacería después, aunque eso no me ha resultado con tu hermana.
—Tal vez deberías seguir intentando, porque yo sí que no podía casarme con un hombre al que no amo, por eso hui.
—¿Y a este si lo amas? Porque si así fuera, no sintieras nervios —ladea su rostro y antes de que pueda responder, Luca aparece detrás de él.
—Preciosa, ahí estás, sé que estás nerviosa, pero lo harás bien —dice acercándose a mí y viendo de reojo a Andrés.







