Un Brindis

POV Noah

No sé qué tenía está chistosa mujer. ¿Será su inocencia o su pureza? Pero así como se veía que era un imán para los problemas también demostró que tiene la habilidad para cautivar a las personas… Específicamente a Adolfo Romanov. 

Quien diría que ese gigantón disfrutara tanto de la compañía de esa menuda mujer. Es que ¡Mírenlos!, Tienes más de una hora jugando y los dos están ajenos al mundo que los rodea.

—¿Cómo puede jugar tanto tiempo lo mismo? ¿No sé aburren?

Pregunto al aire mientras los observo a la distancia.

—No, hijo —responde de repente la señora Romanov, no la había sentido llegar—. Cuando dos personas aman el Póker y lo juegan con el alma no importa el tiempo. Ellos están en su propio mundo —la señora ve a su esposo con una sonrisa nostálgica en su rostro—Pero hacía mucho tiempo que no lo veía disfrutar tanto una partida. Esa niña tiene que ser buena en el juego para que la haya traído aquí.

Veo a la señora y luego vuelvo a dar mi atención hacia los jugadores… Y vaya que se veían felices. ¡Qué hermosa sonrisa tiene Antonella! Es muy tierna y dulce, sobre todo noble. Yo hubiera mandado a la cárcel a ese mal nacido por lo que le hizo… Pero ella… Vaya, o es muy pendeja o es un ser de luz. Es una bella mujer, es…

¡Espera! ¿Por qué estoy hablando así? O peor ¿Por qué la estoy viendo de esa manera?

¡Estás comprometido Noah! Ella no es tu mujer, ¡No la veas cómo mujer! 

Me levanto de la esterilla y me voy a la piscina a nadar un poco y enfriar mi mente. ¡Qué loca es la mente de uno!

La tarde en el yate fue muy relajante y estresante al mismo tiempo. Desde que llegamos no he intercambiado muchas palabras con el señor Romanov, en cambio, Antonella ha acaparado toda la atención de los señores Romanov y la nieta mayor. ¡La aman!... ¿Me molesta? Hummmm no, pero es estresante ver como el día se acaba y yo no he podido hablar de negocios, ya el sol se está despidiendo y con él se van mis esperanzas de lograr un avance con este señor. Vine a perder mi tiempo. No logré los objetivos, yo…

—¿Disfrutando la vista?

Me ahogó con el cigarrillo y trato de componerme rápido.

—Señor ¿No estaba jugando?

—Vaya que lo hice. Tenía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de jugar cartas… No desde que jugaba con mi hija.

Lo miro incrédulo. ¿Hija? ¿Adolfo Romanov tiene una hija?

—Si, Noah. Tuve una hija, mi primogénita… Era mi amiga fiel, le enseñé todo lo que sé, ella era la indicada para ser mi sucesora… Pero Dios la necesitaba. Un accidente con su esposo me la arrebató de mis manos.

Mi piel se eriza por completo, no tenía ni la menor idea de que esté roble haya pasado por esa terrible pérdida. 

—Lo lamento mucho, señor. No sabía eso.

—Pasó hace mucho tiempo. Además mi hija no era muy conocida ante el ojo público. Pero… Todo fue mi culpa. —hace una pausa dramática y veo como toma aire—. Antes era como tú, arriesgado, temerario y un lince para los negocios. Cualquier competencia la aniquilaba sin compasión… Pero… El karma me hizo pagar muy caro. Ese accidente de mi hija, no fue un accidente, fueron las consecuencias de tener muchos enemigos. Me encargué de vengarla… Pero igual había perdido a mi hija, así que. —Romanov voltea a verme y puedo ver su mirada cristalizada—. De que me sirvió ser el tiburón blanco si perdí a lo que más amaba.

Me quedo impresionado con lo que me dice, es imposible que mi mente no viaje a aquel fatídico día donde yo también perdí a alguien importante para mí.

No tengo palabras que decirle así que solo bajo la mirada y para mí sorpresa, siento su mano en mi hombro.

—Desde esa experiencia nunca volví a ser el mismo comerciante. Mi enfoque cambió. Quizás me ha costado obtener todo lo que tengo, pero tengo paz, soy feliz y mi familia no está en peligro. No hago negocios con personas que colocan el dinero por encima de todo. Pensé que tú eras así, competitivo, agresivo y ambicioso… Pero… Pude ver qué no es así. Has demostrado que te preocupas por las personas, que en verdad tienes un alma cálida. Perdón por juzgarte mal —Romanov me da unas palmadas y se da vuelta para irse, pero mientras camina me dice las palabras que tanto quería escuchar—. Ve el martes a mi oficina, ahí te esperaré para hablar de negocios. Mas te vale que me convenzas, no siempre se te presentará está oportunidad.

—¡Sí señor! —respondo luego de salir de mi asombro— Ahí estaré, no lo pienso decepcionar.

[...]

¡Chan! 

Nuestras copas chocan en el aire formalizando este brindis que estoy haciendo con mi salvadora.

—Porque todos tus negocios se concreten.

—Porque todos los patanes se alejen de ti y llegué a tu vida el hombre correcto.

—¡Salud! —declaramos al mismo tiempo.

Bebemos de la copa y de inmediato siento un sabor extraño que no se percibe al momento. Alejo la copa y la veo detenidamente vuelvo acercarla para olerla y da la impresión de que el champagne está picado. 

—No bebas este champagne está pica… do.

Definitivamente está mujer tiene que ser muy tonta. Ya se había bebido la copa entera.

—Humm que rico. Nunca había probado el champagne.

—Pues veo que tú paladar es muy poco exigente. Este champagne está malo. Ven vamos a cambiarlo de inmediato. ¡Mesero!

Obviando ese mal sabor que dejó el champagne, apenas llegó el otro champagne y pudimos probar un buen sabor, la cara roja de Antonella fue muy chistosa ya que ella pudo diferenciar la diferencia abismal que había entre las dos botellas.

Creo que esas botellitas nos animaron mucho más. Y la verdad es que la botella estaba tan buena que nos abrió aún más el apetito y nos daba mucha más sed. 

Nos tomamos dos botellas entre los dos. La comida era una delicia, pero no sé qué era lo que la hacía tan especial porque parecía que estaba probando la comida con todos mis sentidos. Mi olfato y mis papilas gustativas estaban súper activadas. Estaba totalmente estimulado por la música y la brisa marina rozaba mi piel aumentando muchísimo más mi excitación del momento… Y la vista… ¿Por qué los labios de Antonella se ven tan apetecibles?

No puedo quitar mi mirada de encima y mucho más al darme cuenta que ella también está erizada, sus pupilas dilatadas y sus mejillas sonrojadas. 

—¡Vamos a bailar! Me muero por hacerlo.

Río complacido al verla contonearse con una sensualidad que daba gusto verla. Tanto que no lo resisto y voy a ella para apoderarme de su diminuta cintura y pegarla a mi cuerpo por completo.

Se me es imposible alejar mi mirada de la suya, sus ojos castaños pareciera que desprende fuego. Ella se aferra de mi pecho y en su segundo ella afloja su agarre para luego subir sus manos con sutileza para terminar de enloquecerme cuando sus manos llegan a apoderarse del cabello de mi nuca.

Nuestros cuerpos se balanceaba y mi hombría está cada vez más activa. Veo sus labios y me muero por morderlos y hacerlos míos. 

En este momento no tengo ninguna moral que me impida nada. Lo único que lo haría es la dama entre mis brazos y eso acaba cuando me susurra muy cerca de mis labios con voz muy erótica.

—Señor Noah… Lo siento pero… Estoy totalmente excitada y se que usted también… Su entrepierna lo delata.

La muy cínica aprieta aún más su cuerpo con el mío y excitándome aún más.

—Quiero entregarme a usted señor Noah… Quiero que sea usted el que tenga este privilegio. 

—¿Privilegio? ¿De qué hablas?

Le sigo el juego erótico mientras mi nariz juega con la suya por un momento.

—Mi cuerpo. Quiero que me haga el amor… Pero tendrá que ser muy, pero muy delicado porqué —lleva sus labios a mi oído y me dice las palabras claves que nos llevaron al infierno—. Soy virgen… Quiero que me quite mi pesada virginidad.

¡Boom! 

Con eso termino de perder la poca cordura que me queda. La tomo por el cuello con una mano y la beso con toda la desesperación que cargo encima. Me comporté por mero instinto,  controlado por el placer que me ofrecía está menuda morena que ¡Era virgen! Y que está noche… Sería mía por completo.

POV MR. X

Muevo la ficha del ajedrez, mientras que bebo del ron que estoy degustando en estos momentos.

Por la hora ya el mal nacido de Noah debe estar noqueado y cayendo redondito en la trampa que le armé. Solo es cuestión de tiempo para tenerlo aquí de rodillas ante mí.

¡Toc, toc!

Mi secretario toca la puerta y le permito que entre. Este camina cabizbajo hasta mi y eso hace que mis alarmas se activen.

—¿Qué sucedió ahora?

Este baja la mirada y respondió apenado.

—La misión falló señor. Noah se dio cuenta rápido de que la botella de champagne tenía algo y la mandó a cambiar.

—¿Pero logró beber algo? Con una sola gota de ese alcohol ya sería suficiente para hacerlo perder el juicio. ¿Cómo es que no lo atraparon?

—No estaba solo señor. 

—¿Cómo? ¿Su novia viajó con él?

—Es probable. Ya que me informaron que subió antes a su suite en compañía de una dama y que al parecer… Les urgía mucho llegar rápido.

Aprieto el vaso con tanta fuerza que logró romperlo. Sentí como el vidrio logró cortar mi mano pero me da igual, la ira anula el dolor.

—Son unos ineptos. Tienes idea de cuántas veces ese infeliz sale a la calle con poca seguridad. Ya estará por volver al país. ¡No sabremos cuándo obtendremos otra oportunidad!... ¡Lárgate! No quiero verte.

Mi secretario se marcha apenado y siento como la ira sigue consumiendome.

—Te salvaste está vez Noah. Pero tú suerte no será para siempre. Encontraré la forma de destruirte ¡Y lo haré! Tú solo espera.

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