¿Jugamos Póker?

POV Antonella

¡CA-LLA-TE! 

¿Cómo es que terminé en esta situación? Pensaba que Lucas era guapo, pero este hombre lo hace quedar en ridículo por la belleza que emana de sus poros. Es que… ¡¿Cómo alguien puede ser tan guapo?!

O sea… No es que no me di cuenta que era guapo el día que lo vi correr detrás de aquel perro, pero debió ser que estaba tan sudado y despeinado que no me percaté del nivel de su belleza, pero ahora que lo tengo al frente y con una ropa cálida playera hace que aprecie sus hermosos ojos penetrantes, que el azul los hace más intimidantes. Sus rizos dorados combinan perfectamente con lo fornido de sus hombros y brazos que hacen juego perfecto con sus musculosas piernas.

¡Dios mío! Con un cuerpo como ese no lo dejaría salir de la casa nunca. Lo tendría solo para mi para que sea mi esclavo sexu…

—Le pedimos disculpas una vez más señor —la voz del gerente interrumpe oportunamente el orden erótico de mis pensamientos—. Ya nos estamos encargando del ciudadano, solo necesitamos que la señorita haga sus declaraciones y nos encargaremos de sacarlo de las instalaciones para así ella pueda seguir disfrutando de su habitación. Señorita…

—¡No! Nada de eso —lo interrumpe Noah, dejándonos a los dos confundidos por su enérgica negación—. La señorita — volteó a verme—. Tomen sus cosas y llévenla a la suite Odisea, yo me haré cargo de sus gastos en este viaje.

Mi sorpresa no pasa desapercibida ya que tanto mi boca como mis ojos se volvieron una O perfecta.

—¡No es necesario! ¿Cómo podría aceptar eso? yo…

—No discutamos eso ahora. Solo debes dar tus declaraciones para que ese infeliz pase un mal rato por lo que intento hacerte.

Noah me mira con una sonrisa tranquila que me hace cuestionar qué debo hacer. Si declaró Lucas se vería en un gran aprieto. Lejos de casa y sin tener como defenderse. Lejos de sentirme bien, el hecho de pensar en lo que le pasará me hace lamentable y un sentimiento de pesadez en mi pecho que es totalmente desagradable.

—¿Antonella? —Noah me tomó del hombro — ¿Te sientes bien? Tu semblante cambió.

Lo miro a sus ojos y de alguna forma su tacto me hace sentir una vez más  un corrientazo que no se como explicarlo, pero trato de ignorarlo para decir lo que mis valores me dictan hacer.

—Se que Lucas hizo algo malo, pero no me gustaría que esto se vaya a otro nivel. Que él pague la habitación y que se aleje de mí en todo el viaje, esa es la condición que le doy si no quiere que declare. De resto, no tengo problemas con tal de que se mantenga alejado.

Veo como Noah me mira con desaprobación y como su frustración hace que se aferre a su cabello con fuerza.

—¿Eres consciente que ese infeliz pudo lastimarte si yo no me interponía?

Agacho la cabeza porque es cierto. El no pensó en el daño que iba hacerme con tal de aplacar su enojo conmigo… Pero… Mi débil corazón de pollo me condenaba.

—Lo sé… Por eso digo que si se mantiene alejado de mí no lo denunciaré. —Alzo mi mirada acuosa—. Solo quiero disfrutar de mis vacaciones… No quiero más drama.

Noah, suaviza su gesto al punto de que se ve aún más joven. Suelta una pequeña sonrisa, para luego asentir.

—Ya escucho a la señorita. Amenacen al idiota y que se encargue de pagar todo lo que consuma en este viaje.

[...]

Esto debe ser un puto sueño. O sea… Estaba en una Suite… Y no cualquier suite, es una de las mejores del resort. Estaba cerca de la suite de Noah, por lo que él estaba aquí riéndose de cada una de mis estrambóticas expresiones.

—Pareces una niña en navidad.

—¿Cómo no estarlo? ¿Qué no ves todo lo que hay aquí? Esto es más grande que mi apartamento.

Noah suelta una enorme carcajada que es de mi total agrado. Hasta su risa es linda. Me quedo observando y no puedo evitar hacer la pregunta que tanto estoy haciéndome.

—¿Por qué estás haciendo esto? O sea, ayudarme con el patán ese, fue increíble… Pero esto no tiene sentido.

Noah se queda callado observándome por un segundo, luego mira a su alrededor mientras se rasca la mejilla.

—Te lo debo. —respondió sin más— Para que sepas, ese día que me ayudaste, impediste que perdiera más de un millón de dólares, así que con mucho gusto me encantaría recompensarte.

—¡Un millón de dólares! —grito sin poder controlarlo—. ¿Cómo en algo tan pequeño había algo tan caro?

Una vez más Noah me deleita con su sonora risa.

—Quizás un anillo de compromiso con un diamante rojo de dos quilates.

¿Qué? ¿Escuché bien? ¡Claro! Por los clavos de Cristo y las chancletas de María. Antonella es obvio que este bombón tenga una mujer a su lado, que te has creído que se enamoró de ti a primera vista cuando estabas toda desarreglada con un montón de cafés encima, por favor, de seguro pensó que parecía una payasa.

Está agradecido, no confundas las cosas. Él no tiene segundas intenciones.

—¡Oh! Vaya.. Eso tiene sentido. ¡Woao! Diamante rojo… Esa es la piedra más cara. Eso lo explica.

—Si, es una piedra muy rara. Es la piedra que mejor representa a mi futura esposa.

—Awwww. ¡Qué hermoso! ¿Y ya le pidió matrimonio?

—No, mi novia está en un viaje. Cuando regrese se lo pediré.

—Que lindo. Espero que sean muy felices.

—Gracias. Se que lo seremos.

Un silencio incómodo se presentó y mi mirada viajó al balcón para ver el hermoso mar.

—A pesar de ser de noche el mar sigue viéndose hermoso.

—Ni que lo digas… No has cenado, ¿cierto? —Niego lentamente—. Voy a pedir la cena para ti. Ahora voy al casino, me gustaría que me acompañaras, así que pediré que vengan a arreglarte para la ocasión. ¿Has estado alguna vez en un casino?

—Jamás.

—Pues hoy será el día. Nos vemos en un rato.

Noah se despide de mí y yo le respondo con un movimiento de mano.

¡FLIPO! Si esto no es lo que pasa en las películas, entonces no sé lo que será. Una cena a base de mariscos con mil y un presentaciones diferentes y una más deliciosa que la otra me deleitaron el paladar. Y no conforme con eso llegaron dos mujeres que se encargaron de tratarme como una reina; masajes, skin care, manicure, pedicura, peluquería y maquillaje profesional fue todo lo que recibí, más un hermoso vestido rosado de tela nacarada que me transformó de un patito feo a un cisne, porque hasta lentes de contacto llevaba.

¡Fabulosa!

Siempre he soñado con hacerme esto alguna vez en la vida pero esto superó mis expectativas. Ya eran casi las nueve de la noche y me dispongo a ir al casino donde mi patrocinador de la noche me esperaba. 

Al bajar lo encuentro rápidamente y lo veo con un hombre que es igual de alto y atractivo que él. ¿Qué acaso la clave para ser bello es ser rico?

—Buenas noches.

Digo suavemente para llamar su atención y cuando voltea me asombró una vez más al ver lo apuesto que se ve con su estilo clásico y elegante… Y no quiero emocionarme, pero él también se asombra por mi apariencia, no pudo evitar recorrerme con su mirada.

—¡Vaya!... Luces hermosa. Ese vestido te queda como un guante.

Sonrió apenada y agradezco que soy morena porque si no mis mejillas sonrojadas se notarían aún más.

—Gracias, eres muy amable.

—¿Nos vamos?

—Si

Noah me ofreció su brazo como soporte y me derretí de inmediato apenas sentí sus fornidos brazos. Juntos caminamos, una vez que entramos al casino me quedé deslumbrada por el lugar tan elegante y brillante. Todo derrochaba clase y elegancia. Era un espectáculo que necesitaba grabar para siempre. 

Noah caminó por los pasillos y en un momento nos detuvimos por la voz de un hombre.

—¿La señorita se encuentra bien?

Ambos volteamos y nos encontramos con un hombre de unos buenos años. Por sus canas delataban sus décadas, pero su cuerpo bien cuidado te hacía dudar con tus cálculos.

—Si, afortunadamente estábamos hablando en el lugar correcto, de no ser así, sabrá Dios que cosa iba hacer ese sin vergüenza.

Noah respondió y en ese momento es que me percaté de que la pregunta del señor era para mi. Este se levanta y no está vestido tan elegante como el resto, pero su pantalón kaki playero y su camisa blanca de lino, lo hacían ver con mucha clase.

—Me alegra saber que nada malo le haya pasado, una hermosa dama como usted no merece tener una marca en su rostro por culpa de un cobarde. ¿Estaba usted asustada?

El hombre colocó su mano en mi hombro con mucha dulzura.

—Si, la verdad es que me asusté mucho. Gracias a Dios que el señor Noah apareció.

—¡Oye! ¿Cómo qué señor?  

Los dos reímos y Noah se mantiene serio. 

—Espero que pasen una buena noche y logren ganar muchas partidas.

—Gracias señor…

—Adolfo… Adolfo Romanov —se presenta extendiendo su mano.

—Mucho gusto señor Adolfo —Le toma la mano para un cálido apretón—. Mi nombre es Antonella…  Antonella Guzmán.

Por un segundo veo la mesa donde el señor Adolfo jugaba una partida de póker.

—Veo que juega póker… Mi papá era un maestro y él me enseñó desde pequeña.

—¿Juegas Póker?

Afirmó con orgullo.

—Tuve un gran maestro.

—Entonces aceptará jugar una partida conmigo, ¿no?

Sonrió con emoción porque hacía mucho que no jugaba póker y es algo que siempre he disfrutado hacer. 

Sin mirar a Noah me dejo llevar por la emoción y me siento en la mesa del señor Adolfo. A la primera partida perdí contra él, pero a la segunda la gané. Estábamos tan concentrados que nos habíamos olvidado de Noah, hasta que él pidió jugar también. Pobre hombre, lo hicimos papilla. Pero entre el señor Adolfo y yo la competencia estuvo bastante reñida. Fue muy divertido, el hombre jugaba como mi papá y eso me exaltó de gran manera.

—Es una oponente digna, señorita. Me encantó jugar contigo. Por ahora me tengo que retirar. Ya son las once de la noche y mañana tengo que seguir entreteniendo a mis nietos.

—¡¿Ya son las once de la noche?! No puede ser.

—Sí señorita, en los casinos la hora pasa volando. —Adolfo me mira con dulzura y se le ve que medita en algo—. ¿Le gustaría mañana acompañarnos en nuestro paseo? Vamos a estar en mi yate y ahí siempre termino aburriéndome, así que tener a una buena amiga para jugar póker creo que hará que mi día sea más entretenido.

Abro los ojos asombrada por su oferta. No pude evitar ver a Noah quien asiente con ambas cejas alzadas.

—Por supuesto. —digo mirando al señor Adolfo—. Me encantaría acompañarlo.

—Perfecto… Noah… Nos vemos mañana, cuida mucho de la señorita.

—Eso haré señor.

Los dos se dan un apretón de mano y luego vemos al señor Adolfo marcharse.

—¿Tienes idea de lo que acabas de lograr?

Miro a Noah algo asustada, no se si metí la pata.

—¿Qué? ¿Hice algo malo?

—¡Todo lo contrario! Vine aquí para poder hablar de negocios con ese hombre y él se ha mostrado super renuente. Ahora vienes tú, lo retas al póker y ya tiene una invitación a su yate… Una vez más estoy en deuda contigo señorita Antonella.

Me quedo pasmada al escuchar lo que Noah me dice. El resto de la noche la pasamos en maquinitas traga monedas y uno que otro juego de Black Jack. La noche fue espléndida, hacía mucho que no me reía tanto y creo que Noah también porque se rio mucho más que yo.

Él como todo un caballero, me dejó en la puerta de mi suite y se despidió como un galán. Esa noche… Fue la mejor noche de mi vida en años.

[...]

Al día siguiente me coloqué un vestido floreado que me dejaron las estilistas. Creo que jamás me había sentido tan femenina como estos días. Estoy en el lobby jugando con los vuelos de mi vestido cuando escucho esa voz desagradable.

—¡Vaya! Miren a la santica. Bastó con deslumbrar a un millonario para ser la putita de ese engreído ricachón.

Cierro los ojos con fuerza para calmarme y no permitir que ese idiota altere mi paz.

—Mejor vete Lucas. La única razón por la que sigues aquí es porque preferí no pagar con la misma moneda. Así que mantente lejos de mi si no quieres que…

—Hacer que… ¿Denunciarme? en verdad crees que una cucaracha como tú puedes hacerme algo. No seas ridícula.

En ningún momento me volteo a verlo, más bien trato de avanzar para alejarme de él, pero Lucas me lo impide al halar de mi brazo con fuerza.

—¡Mírame cuando te hablo!

—¡Ahh!

Entre el forcejeo, sentí como su agarre desaparecía y a su vez siento como alguien más está con nosotros. Ahora si volteo y me encuentro con un Noah bastante enojado y un Lucas con los pies colgados en el aire y su rostro lleno de miedo.

—Creo que anoche fui muy claro contigo. Y como no entendiste, voy a tener que hacer que entiendas a la fuerza. ¡Max!

—Señor.

Un grandulón con aspecto de ruso apareció.

—Llévate a está basura y enséñale que Antonella no está sola. Qué a la próxima que intente hacerle algo, la pagará con la vida.

Noah, lo suelta con violencia y Max es quien se lo lleva como si fuera un muñeco de trapo.

Veo la escena algo temerosa, pero al Noah tomar mi mano, logra calmarme con sus palabras.

—Descuida, nada malo le hará, solo le dará un susto para que no vuelva hacerte algo. Nos vamos.

Miro su mano entrelazada con la mía y no puedo dejar de evitar sentir cómo las corrientes eléctricas se incrementan con su tacto. Miro a los ojos azules de este hombre y obligo a mi corazón a que se calme si no quiere que él mismo sea capaz de escucharlo. 

Creo que estoy en problemas. Este hombre está convirtiéndose en esos amores platónicos que nunca olvidarás. Así que… por qué no vivir la fantasía el tiempo que dure… ¡Con tal! una vez que regresemos a casa, nunca más lo volveré a ver.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP