Cada vez me siento más perdido, es como si no tuviera el control de mi cuerpo y de mis emociones, eres una droga que poco a poco está apoderándose de mi vida.
Lucían
Devuelvo mi atención hacia Isabella a la vez que tomo mi copa y bebo un sorbo, ella me mira exigiendo una respuesta, que dudo en darle. Se espantaría y no es lo que quiero.
—Yo me encargo. —Tomo el teléfono y le envío un texto al hombre que Nick dejo a cargo.
—Siento que no debo preguntar qué es lo que harás, algo me dice que no quiero saber la respuesta. —Deja los tenedores sobre el plato.
—Olvídate de ellos, no son importantes. —Toma aire y asiente.
La velada se nos va en una conversación banal en la que solo hablamos de ella, no hay mucho que contar sobre mí, al menos nada que le agrade escuchar. Aunque le hablo sobre mi niñez, cuando aún no estaba metido en toda esta mierda y mis manos no tenían sangre encima.
—No te imagino así, valiéndote por ti mismo siendo tan pequeño —dice y noto como sus ojos se cristalizan.
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