Valeria

Capitulo 4

Valeria, llamo a su hermanita y comieron juntas en el pequeño comedor. La comprendo perfectamente, ella se sentía más segura una vez que yo llego a casa, vive con temor, ya una vez mama había tenido una reacción estando a solas con Sofí, y eso la puso muy nerviosa.

A la hora de la cena, aprovecho de saber cosas de ella, su Liceo, amigos y problemas juveniles que pudiera perjudicarla, así que siempre este era un momento preciado entre hermanas.

–Sofí, mi jefe me adelanto un bono  lo voy a utilizar en el tratamiento de mama

Sofía, le sonrió y le pregunto –¿De verdad? ¿Hablaste con él?

–No, parece que el Señor Sebastián se lo menciono, sabes que a mí no me gusta hablarle mucho,  es muy desconfiado, quien sabe lo que pensaría de mí. Y a ti ¿Cómo te fue hoy?

–Tengo problemas con matemáticas– No le entiendo nada a mi profesor, ha sido difícil seguir su explicación

–Entiendo y ¿has hablado con él? o él te ha mencionado algo

– Si, pero él dice que traigo mala base de mis años anteriores y que tengo que sentarme adelante y tratar de tomar más notas y prestar atención. Es que realmente esa materia no me gusta mucho hermanita

–Bueno, aún falta mucho para culminar el año escolar, intenta recuperar las calificaciones. ¿No hay alguien en tus clases que te pueda explicar?

– Hay unos chicos, pero me da pena hablar con ellos y tiempo libre no tengo, debo acompañar a mama

– Bueno déjame pensar en algo, ya resolveremos, solo haz tu mayor esfuerzo y no te acuestes tarde.

Sofía había tenido que madurar muy rápido, no era justo, pero fue necesario, gracias a Dios era una joven muy madura, o eso parecía, las dos teníamos que ayudar a mami, y estábamos de acuerdo en que ella se lo merecía, por su amor, dedicación y dulzura.

–Por favor, Sofí  recoge los platos y lávalos, voy a revisar a mama y pongo un poco de ropa en la lavadora.

Me levanto de la mesa con mucho esfuerzo y sensación de agotamiento,  era un cansancio mental más que físico, esto lo pensaba mientras recogía la ropa y la ponía en la lavadora que funcionaba como secadora.

Indudablemente es uno de los lujos que se habían permitido, ya que ahorraba tiempo y esfuerzo, algo que siempre necesitamos.

Vivía pensando en esta pequeña familia, en rendir el dinero, en cumplir con el trabajo, en la enfermedad de su mama, y en fin son muchísimas cosas y eso era a diario, todos los días el mismo panorama, como solventar los gastos, como ayudar más a su familia.

El tiempo libre también era limitado al igual que el de Sofía, quien se venía directo del colegio, a ayudar con mama y ayudarme con los postres. Eso equivale a ningún tiempo libre para ninguna de las dos, yo tengo que trabajar para un jefe exigente aunque justo, y con muy poco margen para los errores, y cualquier mala decisión implicaba un riesgo para el empleo.

No era malagradecida, estaba conforme, era uno de los mejores empleos que podía obtener con mi preparación,  fue un milagro que pudiera conseguirlo y del salario ni que hablar era magnifico.

En todo este tiempo me había esforzado por aprender, ser la mejor secretaria  para que él  Jefe no se arrepintiera, hablar  lo justo, adelantarme a sus deseos, en fin tantos detalles.

No tengo ni idea, de porque me selecciono, y todo el mundo se hace la misma pregunta, y al principio el miedo me recorría todo el cuerpo, una sola tarea mal realizada y este hombre me sacaba y ponía en peligro el sustento para mi casa.

Tenía fama de tener mal genio, era desconfiado,  pero estaba agradecida, me había ayudado  y por eso tenía mi mayor y absoluta lealtad, aun con las amenazas que me hacían sus familiares cuando les obstaculizaba el paso, mi jefe decía que me pagaban muy bien por todo eso.

Por otro lado, el jefe a pesar de su carácter desagradable no exigía más que el cumplimiento de mis funciones laborales, así que  no todo funcionaba mal, y ahora tenia un bono adicional para seguir con el tratamiento de Rosalía, se sumaba a otra cosa que tenia que agradecerle al jefe .

Al terminar de recoger y poner a funcionar la lavadora, paso por la cocina y  compruebo que ya Sofi termino de ordenar todo.

Todavía quedaba decorar el pastel de cumpleaños de mi vecinito, era un encargo y aunque Sofía había elaborado el bizcocho, yo reviso y decoro,  es mi manera de relajarme, esas ganancias son en este momento para los estudios de Sofí y ayudar en algo en la casa.

Coloco todo dispuesto para decorar este bizcocho y voy a la habitación de mí querida madre, a reviar que todo estuviera bien y si esta despierta conversaremos. Una de las cosas importantes en su vida era mi amistad con  mama.

Ella es una mujer muy sabia, comprensiva, bastante positiva, luchadora, si le hubieran preguntado cuál es su personaje favorito en el mundo, sin duda respondería que su querida madre.

Todavía era una mujer hermosa, siempre lo fue, con sus largos cabellos, ahora casi que inexistentes.. Mama decía que eso no le importaba, lo que si le interesaba era la felicidad tanto de mi hermanita como la mía.

Su falta de cabello, no importaba, ella misma decía que no era vanidosa y sabía que era necesario si quería seguir acompañando a sus muchachas.

Al llegar a la habitación, me siento en una silla cerca de la cama. esta despierta, es poco lo que duerme.

– ¿Cómo sigues mami?

– Me siento muy bien hijita, de verdad – Cuéntame que has hecho hoy, ¿Qué novedades hay?

– No mucho mami, te cuento que hoy sin querer escuche algo que me sorprendió. A mi jefe le gusta una chica

–Y cuál es la novedad de eso, hija, a él siempre lo han asociado con chicas bonitas

–Bueno mami, esta parece que es joven y de verdad le gusta

–Ya es hora  ese hombre, necesita más alegría en su vida, al igual que tu

–Yo estoy bien, mami

–No hija y yo lo sé, desde muy temprana edad has tenido demasiada responsabilidad y ahora yo vine a agregarte una mas

–Nada de eso mami, ahorita concéntrate en sanar, no te preocupes por nada más, yo estoy bien y hoy me siento bendecida, mi jefe nos transfirió un bono para ayudarte en el tratamiento y atención médica.

–¿De verdad hija? –Sonrió

–Si mami, se enteró por casualidad de tu enfermedad y quiere ayudar

–Bendito sea Dios, y gracias a nuestro benefactor, que bueno hija, así estarás más tranquila por un tiempo.

–Dios nos ha ayudado mucho, puso en tu camino a ese Señor, y la única explicación que consigo para que te haya dado un empleo tan importante es la intervención divina hijita, siempre lo tengo en mis oraciones, fue un instrumento de salvación para nosotras…. Hizo una pausa.

–También le pido a Dios por ti mi niña, sé que eres fuerte y que te ha costado seguir la marcha de ese empleo, porque te faltaba preparación, pero lo has podido hacer y me siento orgullosa de ti y tus logros. De verdad que no sé qué hice para merecer unas hijas como ustedes– me sonríe.

–Nos parecemos a ti mami. Las tres hemos salido adelante, y sé que le debo mucho a mi jefe,  y aunque él no se lo imagina le agradezco muchísimo  y tiene mi completa lealtad. Ahora bien, solucionado lo económico, concéntrate en sanar, vuelvo dentro de un rato, voy a terminar la decoración del pastel del vecinito, me cambio y vengo a acostarme contigo.

–Sigues haciendo eso de los postres, debes descansar y con eso y pendiente de mí toda la noche no puedes hacerlo

–Claro que sí, duermo mejor contigo que en el otro cuarto, estaría parada a cada rato, tranquila, 

Llego a la cocina, saco el bizcocho y termino la decoración, lo pongo a buen resguardo para entregarlo manana.

Sofía ya tambien es una experta y le gusta la repostería, es nuestro momento dulce, sonrió. en este momento esta en la sala, sigue con sus tareas pero con la televisión encendida, sonrió y le dijo:

– ¿Cómo puedes hacer las tareas así con ese ruido?, me respondió:

–En realidad solo quiero escuchar el ruido y ya casi termino hermana. – ¿Cómo esta mama?

–Esta calmada, Sofí, no te preocupes, hoy comió más que ayer y ahorita me recuesto con ella, cuando termines descansa

Sofía me mira, y me dice con voz muy baja –¿Crees que …va a morir?

–No Sofía no digas eso,  ya no tenemos que preocuparnos por el dinero, con lo que mi jefe me transfirió vamos a pagarle a la vecina por sus cuidados y a seguir el tratamiento

– ¿Tú crees que alcance?

–SÍ y trabajare más duramente para que no tenga ninguna queja de mí

–Para ese tipo cualquier cantidad es irrelevante, es muy rico –  me dice mi hermanita

–Pues sí, debo agradecerle mucho, me dio un empleo y ha tenido la paciencia de esperar que yo aprendiera a hacer el trabajo. Aunque eso se debe a que no confía en ninguna de las secretarias veteranas, o mejor preparadas

–Ahora que lo pienso bien, es un buen maestro, me tuvo paciencia, corrigió mis errores, y me dio segundas oportunidades,  con el tuve que ser más ordenada  y cuidar los detalles.

–En fin hermanita, me voy a acostar con mama, así estaré pendiente de ella, cuando termines acuéstate tú, no te duermas tarde, mañana hay que estudiar,

–Está bien, tranquila trata de dormir.

Me voy a mi habitación me cambio mi ropa, me aseo, recojo mi sabana y almohada y me dirijo a la habitación de mama, me siento más tranquila cuando estoy con ella y la escucho respirar,  desde su enfermedad duermo con ella, para asistirla en caso de necesidad y claro porque me siento más tranquila así.

Hay noches en que para estar tranquila observo su respiración, el tratamiento la ha deteriorado, es una mujer fuerte, sin embargo el tratamiento es más fuerte. Sé que saldremos adelante, ha respondido positivamente a las sesiones de  quimioterapia, sus exámenes demuestran una disminución de la tumoración, así que debo ser positiva, y pensar que todo saldrá bien, con la bendición de Dios, saldremos de esta situación. Pronto podrá hacerse la cirugía y mama volverá a estar al 100% de su capacidad, esta situación la superaremos.

Me acuesto, a su lado, y como todas las noches reviso su respiración y pongo mi cabeza en la almohada, doy gracias a Dios, por otro día que llega a su fin, somos fuertes, exclamo con mis brazos, en alto, ¡Lo vamos a lograr!

–Te quiero mami– ¡Todo va a estar muy bien! ¡Saldremos adelante!

...

Al día siguiente, estamos las tres de mejor humor, mama está más fuerte y  desayuno en el comedor. 

Relleno un pan con jamón y queso y se lo doy a mama, ya le había preparado su jugo, me siento más ligera, los síntomas del tratamiento han disminuido un poco se ve mejor y durmió bastante bien.

Al llegar la vecina, para acompañarla conversamos y me despido, luego salimos Sofía y yo, un poco más alegres que ayer.

Si algo he aprendido de mama y papa, es que hay que enfrentar el día con la mejor de nuestras sonrisas, tengo mucho que agradecerle a Dios, no nos  ha desamparado en esta fatalidad y hemos salido a flote, me siento bien, veo más contenta a mi hermanita, es mi niña pequeña, muy madura para su edad, y extraordinariamente buena hija y buena hermana.

Al llegar a la parada del autobús, me despido de ella, tomamos rutas diferentes, con un abrazo, tengo que decirle:

–Te quiero mucho hermanita, la verdad no sé qué haría sin ti en estos momentos.

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