Luna
La luz del amanecer se filtraba por las cortinas de mi habitación mientras yo permanecía sentada en el borde de la cama, contemplando el anillo que Leonardo me había dado. Lo giraba entre mis dedos, observando cómo los destellos de la piedra preciosa bailaban con cada movimiento. Era hermoso, costoso y representaba todo lo que nunca pensé que tendría en mi vida. Y sin embargo, ahí estaba yo, dudando.
¿Cómo podía amar a un hombre como Leonardo Santoro sin perderme en el proceso? ¿Sin traicionar todo lo que siempre había defendido?
El sonido de mi teléfono me sacó de mis pensamientos. Era un mensaje de Leo: "Estamos en el café de siempre. Mateo también viene. Es hora de hablar, Luna."
Suspiré profundamente. Tenían razón. Después de todo lo ocurrido, les debía una conversación sincera. A ellos, mis hermanos, las únicas personas que habían estado conmigo desde el principio.
Me vestí con sencillez: jeans, una blusa blanca y zapatillas. Nada de la ropa de diseñador que ahora llenaba mi