Tenía que olvidarse de todo, Skyler lo sabía, tenía que levantar la cabeza y seguir adelante, pero no era fácil. Sabía que aquella ansiedad que jamás se le pasaba, no se iría así como así. Seguía esquivándolo, alejándose de él… y sabía que Eric intentaba lo mismo… pero ¿qué otra cosa podían hacer?
¿Dejarse arrastrar por todo lo que sentían? ¡No… no podían…!
Sin embargo no tardaron demasiado en descubrir que conforme pasaban los días, más difícil era evitar encontrarse, y en lo que sí estaban perfectamente de acuerdo, era en que su hija estaba primero que los dos.
Debían ser casi las seis de la tarde, un par de semanas después, cuando Skyler miró la pantalla del termómetro digital y abrió la puerta de su habitación.