BRAD ULIBARRI
Montgomery es tan agradable como un dolor de oídos. Van dos veces que arruina mí posibilidad de desestresarme y para colmo me baja la calentura arrojandome agua helada en los testículos. El día que se vaya por su propio pie de la empresa será uno muy feliz para mí, pero haga lo que haga ella sigue firme en su puesto.
Vuelvo a la empresa de mal humor listo para enfrentar los obstáculos que se presenten porque ayer luego del mal rato con Montgomery debí discutir con mí socio en mí propio negocio y considero que hoy nada puede salir mal.
El día se vuelve interesante cuando Montgomery llega y parece a punto de sufrir una crisis nerviosa. ¿Los motivos? Ni ella los sabe, pero disfruto verla de pésimo humor tal como yo vivo por su causa.
-Montgomery a mí oficina- La llamo
-¿Que necesita?- Pregunta sin poder disimular su estado de ánimo
-¿El karma te persigue?- Pregunto sonriendo
-¿Karma? Eso es una maldición. ¿Necesitas algo o no?- Se ve decidida pero también enojada