26. Un matrimonio que comenzaba a florecer
Después de ese día, las cosas parecieron mejorar muchísimo, no solo para la pareja de recién casados, sino en general para la hacienda.
La mañana después de que Ramsés le hubiera confesado a Gala lo que lo atormentaba de su pasado, no supieron cómo estar lejos del otro.
Ramsés decidió que iba a tomarse el día para él y para su esposa. Hace mucho no hacía eso. Desde el incendio no hubo día de descanso para él, no si los recuerdos volvían para atormentarlo.
Las caricias, los besos y los murmullos, todo era parte de lo que estaban viviendo y sintiendo.
— Ah, no me quiero levantar nunca de aquí — murmuró Gala esa mañana, sobre el torso de su marido, sonriendo con ternura y hechizo.
Ramsés también sonrió y besó la coronilla de su cabeza, trazando líneas sobre su delicada espalda, como si quisiera memorizar cada centímetro de ella.
En eso, alguien llamó a la puerta.
— Debo ir a ver quién es — le dio un cálido beso en los labios y se levantó con nada más que ropa interior, ajeno a la mirada d