Isis se dio cuenta al salir de que estaba en una habitación, en el despacho de Jacking. Le extrañó un poco, pero las ganas de ver a sus padres eran tantas que no le prestó mucha atención. Comenzó a caminar y tropezó. Se rió, ahora resultaba que le habían entrado ganas de caminar en cuatro patas. Dio varios paseos por el despacho hasta recobrar su habilidad de caminar en sus piernas humanas.
Abrió la puerta y un mundo de olores se desplegó ante ella, pero había dos que le eran inconfundibles. Entonces, se dio cuenta de que siempre había sentido esos dos olores maravillosos. Corrió hacia el lugar de donde provenían. ¡Vio a sus padres en el salón, sonrientes! Se lanzó a sus brazos, llorando de alegría.—¡Mamá, no sabes cuánto te he extrañado! —dijo entre sollozos emocionados.—¡Bebé,