La noche había caído con un estruendo silencioso y abrumador sobre la casa de Horacio. La oscuridad no era tranquila; era inquietante, como si estuviera cargada de un nerviosismo que vibraba en el aire e impregnaba cada rincón de la vasta terraza. Julieta no podía quedarse quieta; sus pies iban y venían en un frenético vaivén, dejando un rastro intangible de ansiedad en las losas frías bajo sus pasos. El tiempo se había acabado, ya no había vuelta atrás. Tenía que decidir y, sin embargo, su mente era un caos.
—Salet, estoy aterrorizada —confesó en voz alta, sin detener su caminata, como si las palabras pudieran aliviar el peso que le oprimía el pecho—. Mañana me tengo que ir. Horacio me dijo que él me va a teletransportar hasta donde yo le diga. Hizo una pausa y aspiró profundamente el aire nocturno, buscando algo de calma,Julieta bajó los ojos un instante, como si la simple mención de su partida fuera un recordatorio en carne viva de lo que estaba por venir. "Mañana", pensó, sintiendo cómo la palabra le pesaba como una losa en el pecho. Era el final de su tiempo allí, pero no necesariamente el comienzo de algo mejor. —¿Mañana? —murmuró para sí, más que para Horacio, aunque lo suficientemente alto como para que él alzara las cejas en respuesta. —Sí, mañana —confirmó él, con esa calma serena que a veces la asustaba, como si nada pudiera sacarlo de su eje. Julieta sintió un peso extraño hundiéndose aún más en su pecho. Miró a Horacio, quien estaba lo suficientemente cerca para que ella pudiera ver cada detalle de su rostro: esos ojos que parecían saber demasiado, esos labios que muchas
Julieta se inclinó ligeramente hacia adelante, examinando el detalle de los rostros en el lienzo. Había algo inquietantemente familiar en ellos. —¡Vaya! —exclamó repentinamente—. Es increíble el parecido de Angie con su madre. ¡Parecen la misma persona! Horacio asintió con una leve sonrisa, reconociendo lo obvio. Era verdad que su prima y hermana del alfa, era como estar viendo a su madre.—Así es. Meryt es la viva imagen de la Gran Esposa Real Nefertari, su madre —estuvo de acuerdo con una sonrisa. — Y Jacking, como puedes ver, tiene el porte y el rostro del faraón Ramsés, su padre. Julieta lo miró con una mezcla de asombro e incredulidad. La expresión de su esposo era de plena añoranza. —¿Entonces Angie sí es una princesa, y su hermano un rey? —pregunta con incre
La oscuridad era absoluta, una densa negrura que parecía devorar incluso el propio paso del tiempo. Isis ignoraba que en esta isla, en esta época del año, los días eran cortos. No había previsto que el autobús del hotel la dejaría sin taxis a la vista, y mucho menos que aceptaría tomar un aventón con un extraño de regreso al hotel, simplemente porque el hombre decía que trabajaba allí.—¿Qué estaba pensando?— murmuró para sí misma.Mientras tanto, Isis observó cómo el extraño conducía a una velocidad vertiginosa, sumergiéndose más profundamente en el bosque y en un envolvente manto de oscuridad. La carretera asfaltada dio paso a un camino de tierra, y sólo los faros del coche lograron atravesar la noche omnipresente.Cuanto más avanzaban, más se adentraban en la inhóspita naturaleza salvaje, dejando atrás cualquier rastro de civilización. A su lado, el extraño al volante se había sumido en un silencio sepulcral, con los ojos fijos en el camino que tenía delante mientras el vehículo su
Comencé a gritar desesperadamente, despertando a mis padres y a todos en el campamento. Un trabajador acudió en mi ayuda, atacando al lobo que me llevaba. El lobo empezó a correr más rápido. Sentí un fuerte golpe en mi cabeza y vi aparecer una luz blanca antes de caer inconsciente.Cuando desperté, estaba en un vuelo a Francia con mis padres. Tuvieron que realizarme varias operaciones para reparar mis tendones y músculos desgarrados. Afortunadamente todo salió muy bien, para asombro de los médicos, y mi recuperación fue notablemente rápida. Al final, sólo me quedó una pequeña cicatriz en la pierna, que fue ocultada ingeniosamente por hermosos tatuajes.Sin embargo, desde aquel incidente, tan pronto como escucho el aullido de un lobo, aunque sea en la televisión, mi miedo comienza a abrumar mi razón, y una intensa necesidad de huir se apodera de mí, resultando muy difícil de controlar. Mi miedo es tal que puedo encontrarme corriendo grandes distancias sin siquiera darme cuenta.Fin de
La oscuridad que rodeaba a Isis comenzó a disiparse lentamente. A medida que su conciencia emergía del abismo del inconsciente, los recuerdos de la noche anterior se entrelazaban con sueños febriles. Imágenes de lobos emergiendo de la oscuridad para atacarla y susurros en un idioma olvidado danzaban en su mente, mezclándose con la realidad de la habitación en la que ahora despertaba. Isis no comprendía qué había sucedido. Tras el impacto en su cabeza, la oscuridad se apoderó de todo. Se percató de que estaba recostada en una cama de una suavidad excepcional. Voces indistintas flotaban a su alrededor, irreconocibles y lejanas. Intentó abrir los ojos; sin embargo, una pesadez abrumadora se lo impidió volviendo a dormirse. Cuando recuperó de nuevo la conciencia, estaba sola. Con cautela, intentó sentarse, lentamente para evitar marearse. La sensación de vértigo persistía, pero logró mantenerse erguida. A su alrededor, el silencio era tan profundo que podía oír el latido de su propio c
Isis suspira y deja de pensar en su vida. Abre los ojos al darse cuenta de que se le ha pasado el mareo. Debe averiguar qué le sucede cuanto antes y avisar a sus padres. Con un poco de esfuerzo, logra sentarse y lleva la mano a la cabeza, sintiendo que la venda está húmeda. Parece que sigue sangrando.—Uff... creo que no voy a poder ir al baño—, murmura sentada en la cama. Se desliza hasta colocar los pies en el suelo, pero un fuerte mareo la hace volver a caer hacia atrás en la cama. —¡Diantres! Por este camino me orinaré en la cama. ¿Dónde estoy? ¿Por qué nadie ha venido a verme? Isis trata de recordar todo lo que sucedió. Por suerte o por desgracia, tiene una memoria fotográfica, pero en este momento su memoria no le devuelve nada útil. Decide ser paciente y ver qué sucede.¿Habrán recibido sus padres la carta que le dejó? Se pregunta ahora preocupada, pensando que no debió hacerles eso. Aunque su padre la protege con tanto cuidado, en lo más profundo de ella sabe por qué lo hace
Jackin Arrington, conocido como el Alfa de la poderosa manada "La Maat Ra", en realidad lleva el nombre de Horus y su mitad lobo se llama Mat. Es hijo del último faraón sobrenatural de Egipto, Ransés, y de la gran esposa real Nefertari. Como único príncipe heredero, posee los grandes poderes que alguna vez ostentaron los faraones de esa estirpe. En Horus se han reencarnado los poderes del hijo de los dioses, Isis y Osiris de Egipto. Con casi mil años de edad, se niega a volver a sentir el dolor de la pérdida, por lo que no desea encontrar a su mitad, su Luna. Después de la gran guerra en la que fueron atacados por Apofis, muchos tuvieron que huir hacia otras tierras. En el caso de Horus, escapó junto a sus padres, los faraones, su pequeña hermana y todos los niños del imperio. En el camino, sus padres se sacrificaron para ponerlos a salvo, perdiéndolos junto a su hermana menor la princesa Merytnert. Fue entonces cuando llegaron a refugiarse en esta isla, donde han vivido en paz desd
Jacking la observó y tuvo que darle la razón a su lobo. Isis había crecido, su figura era la de una hermosa mujer. Sus curvas eran impresionantes. Aunque su melena seguía siendo abundante y brillante, había cambiado de color. Recordaba que era negra como la noche, pero ahora tenía mechones amarillos. Se enteró de que ella tomaría un autobús hacia la ciudad, así que esperó media hora hasta la salida y condujo hasta allí. Pronto la divisó, absorta en las tiendas. Sin que ella se percatara, la siguió sigilosamente. Y entonces, todo sucedió en cascada: la invitación a llevarla al hotel, el ataque inesperado de los lobos, el frenazo brusco y el golpe que Isis sufrió. ¿Ahora qué iba a hacer con ella? Su lobo, por ninguna circunstancia, lo iba a dejar abandonar a su Luna en esa situación, y para ser honesto, él tampoco quería hacerlo. Se sentía culpable por lo sucedido. A pesar de no haberla marcado ni aceptado formalmente, podía escuchar, con un poco de esfuerzo, los pensamientos de Isis,