Por fin apareció su beta Amet, y lo vio lleno de felicidad. Le contó que su mitad lo había aceptado como hombre lobo. Eso era bueno, muy bueno. Le dolería mucho si lo hubieran rechazado por eso. Horacio no tenía problemas; la mitad de él también era loba.
Amet le explicó que creía que su mitad no era humana, pero no sabía qué podía ser. Teka y él tendrían que averiguarlo, pero ahora ayudar a Isis era lo más importante. Le contó todo lo que había pasado a su beta. Él tomó el libro y se puso a estudiarlo. Jacking estaba impaciente, esperando que él le diera una solución; siempre lo hacía. —Pues, mi Alfa, no hay otra solución que marcar a tu Luna —dijo Amet mirando a Jacking.—Pero ella les tiene fobia a los lobos —dice Jacking desanimado. —¿Cóm