La puerta se abre en aquel momento haciendo que se giren con rapidez para ver entrar a la hermana pequeña del Alfa Supremo. La princesa Merytnert entrando sonriente al despacho al verlos dijo con una gran sonrisa:
—¡Vaya! No sabía que a mis hermanos les gustaba despertarme a gritos y jugar a los abrazos tan temprano! —¡Hermanita! —gritó Horacio, levantándola en un abrazo y girando con ella, que reía feliz. Desde niños, se amaban mucho. —¡Meryt, qué hermosa estás! ¡Ven, yo también quiero un abrazo! —dijo Amet, abrazándola. —¡Ven acá, muñeca traviesa! Dame un abrazo como debe ser. El otro día que te vi no pude saludarte bien —la abrazó Bennu. Toda la tensión desapareció con la llegada de su hermana; los transportó a cuando eran