Isis no sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que estaba atrapada en el cuerpo de su loba, Ast, sin poder comunicarse con nadie. Menos mal que podía escuchar y sentir a Mat. Pero quería saber cómo estaba su mamá; ¿habría dado resultado lo que hizo Ast? También quería saber de su papá. Sin olvidar que se moría por preguntarle a su padre qué fue lo que le dijo a Jacking. Seguro que ahora la rechazaría cuando supiera que era una loba. Por muy linda que fuera, él no la aceptaría. Sentía que alguien se acercaba. ¿Sería Ast?
— Ast, Ast, ¿eres tú? ¿Despertaste? ¿Ya me vas a enseñar cómo salir de aquí? — Pero escuchó una voz desconocida para ella.— No, querida —respondió una mujer extraña—. Soy Isfet, una amiga.— No conozco a