TEKA-HER:
El Alfa Supremo, con su postura imponente como siempre, clavó sus ojos en ambos, su presencia cargada de una autoridad que podía congelar a cualquiera.
—El tema de la meiga Rosa no puede esperar —dijo, con firmeza, haciendo resonar cada palabra—. Vinimos a ver si ya la agarraste y supiste algo.—Perdóneme, mi Alfa —dije, inclinando la cabeza—. Estaba tan furiosa que, en mi locura, vine al laboratorio a crear el castigo para ella. Pero ahora mismo lo puedo hacer, y la interrogaremos entre todos.—Está bien. Hagámoslo —dijo el Alfa sin dejar de mirar alrededor—. ¿Qué le pasó a tu esposo, Aha?—Lo mismo que a mí, cuando se enteró que Rosa estaba viva todavía, perdimos el control —respondí, mirando al Alfa. Era claro que había venido con algún problema.—Bueno, vamos a int