AMANDA:

Después de haber adoptado a los cuatro niños, nuestra casa está llena de voces y risas. De verdad, estamos muy felices, convencidos de que los niños son cuatrillizos. Los tratamos a todos por igual, aunque a veces me doy cuenta de que hacemos una excepción con Alexis, el único varón. Él es muy delgado y débil, a pesar de todo el esfuerzo que ponemos para que se recupere.

Sin embargo, Dakarai siempre trata de llevarlo con él a todas partes, frustrado porque yo no me despego de Alexis y lo cuido con esmero. Un día, mientras estoy en la cocina, escucho a Antoni gritar:

—¡Papá, ¿por qué solo llevas a Alex? ¡Yo también quiero ir!

Le miro mientras veo a Dakarai prepararse para salir con Alex a una expedición a la montaña.

—Antoni, ya lo hemos hablado —responde Dakarai con suavidad—. Tú tienes que practicar con tus hermanas para que, cuando te conviertas en loba, sepas dominarla. Alex no es un lobo, es un brujo ángel y tiene que hacer otros ejercicios.

—¡Pero papá! —prote