55. EDUCANDO A LAS NIÑAS
AMANDA:
Me dan unos besos y comienzan a caminar hacia la puerta, yo detrás de ellas, cuando vemos que Julieta e Isis bajan corriendo las escaleras, seguidas por Antonieta.
—¡Papá, papá! —gritan, llamando a Dakarai.
—¿Por qué corren y gritan así, niñas? —pregunta mi esposo, preocupado, y gira para ver qué quieren.
—¿Papá, podemos ir a quedarnos en casa de Netfis hoy por la noche? —pregunta Julieta con las manos unidas.
—¿Por qué mejor ella no viene a quedarse aquí? —pregunta, como siempre, Dakarai, que no le gusta que ellas vayan a quedarse en casa de sus amigos.
—Papi, siempre ella viene —dice Juli—. Ahora nos toca a nosotras.
—¡Sí, papi, dale! Danos permiso, nos portaremos bien, porfa, porfa, porfa, papi —piden ahora las tres: Isis, Antonieta y Juli.
Dakarai me mira pidiendo ayuda, pero no soy tonta. Sé que su corazón es blando y que estas súplicas de nuestras pequeñas no le son fáciles de resistir.
—A mí no me mires, cariño, eso es asunto tuyo. Son tus