276. DEBEMOS ENAMORAR A NUESTRA LUNA
ISIS:
Aunque mi Alfa me besa apasionadamente, sin dejarme apenas respirar, mi miedo aumenta aún más. Siento a mi loba Ast en mi cabeza tratando de tranquilizarme.
—¡Isis, Isis, reacciona! Es nuestro lobo, es nuestro Alfa —repite una y otra vez. Estoy realmente aterrada. —Isis, siente sus labios, déjate llevar. No lo mires, cierra los ojos.
Hago lo que me indica mi loba, me abrazo a él, que también está asustado. Su aroma es embriagante. Puedo sentir su corazón palpitar, como si quisiera salirse de su pecho. Me prendo de su boca y la succiono, lo beso una y otra vez sin abrir los ojos, solo aspirando su rico aroma. Poco a poco, nos vamos tranquilizando. Él se dedica a besarme y acariciarme. Pero me acerco a su oído y le susurro:
—Quiero más, mi Alfa, quiero más.
No me responde; me abre las piernas con las suyas y se coloca en el medio. Siento cómo su miembro caliente y duro comienza a recorrer toda mi abertura, mientras él me besa, succionando mi boca y bajando hasta mi cuello,