24. LAS NIÑAS
JACKING:
Antonieta irradia cada vez más luz, desbordando una fuerza que hacía demasiado tiempo no veía en alguien tan pequeño. Las demás niñas parecían atrapadas entre la curiosidad y el miedo. Mi mirada regresó al objeto en el suelo antes de fijarse en la figura que aparece tras el resplandor dorado.
Una chica, apenas mayor que las niñas, la abraza con cariño; es mi Luna. Su piel canela resplandece como la plata bajo la luz del sol y su cabello largo se mece, flotando libre. Sus ojos, de un negro intenso, tienen el poder de atravesar tus pensamientos más secretos.
—Es ella… mi Luna —murmuro, apenas audible, con devoción.
Antonieta, cegada por su energía y furia, parece no haberla notado aún. Amet, sin decir una palabra, se mueve a mi lado con rapidez sobrenatural, pero lo detengo. Isis la toma de las dos manos y le dice suavemente:
—Linda, ella no quiso hacerle eso a tu mariposa. Ven, la enterraremos y será una hermosa flor en el verano.
Para nuestro asombro, observamos cóm