20. CONTINUACIÓN
AMET:
Sus pequeños brazos siguen firmes alrededor de mi cuello, esperando mi respuesta con interés genuino. Por un instante, me quedo pensando. Antoni ya sabe que nuestra vida no es como la de los demás; sabe que las cosas que nos rodean están llenas de magia y secretos imposibles de ignorar, pero aún es muy pequeña para comprender por completo nuestra naturaleza.
—Ah, ¿de veras? Quiero ver a tu lobo —dice, sin asustarse.
—¿Seguro? ¿No te va a dar miedo? —Siento a mi lobo, Ammyt, ronroneando en mi pecho, feliz de que nuestra mitad quiera conocerlo.
Antoni sonríe nuevamente y descansa su cabecita sobre mi hombro. Su energía infantil, que antes parecía infinita, comienza a desvanecerse entre la calma del momento.
—No tengo miedo, porque el lobo eres tú —la respuesta de esta niña me sorprende.
—Entonces, vamos un momento al lago. Te enseñaré al lobo en mí —me dirijo al lago de la luna y me convierto en Ammyt, que se echa en el suelo para que Antoni no se asuste.
—Oye, eres muy grande. Ho