10. LA HISTORIA DE ISIS
Estamos recogiendo todas las cosas por el castillo, con mi esposa Amanda detrás, hablando conmigo. Está muy preocupada por nuestra hija, pero yo no estoy de acuerdo con ella.
—Sé que te comprometiste a que íbamos a ir a esos asentamientos. Pero no me gusta que Isis vaya. No sé por qué, tengo un mal presentimiento —decía ella, tratando de convencerme.
—Amanda, amor, no comiences otra vez con eso —dije con un suspiro.
—Nunca me escuchas cuando te lo digo —dijo ella con enojo fingido, intentando convencerme. Me detuve y la miré directamente.
—No es así, cariño, pero no tenemos a quién dejársela. Y te necesito en ese trabajo —respondí con sinceridad.
—¿Por qué no la dejamos aquí con la seguridad? —pregunta de nuevo mi esposa.
—¿De verdad quieres hacer eso? ¿Se te olvida que nuestra hija no deja de convertirse en loba? ¿Y si la ven los humanos? —pregunté con sinceridad y la vi, al fin, bajar la cabeza.
—Tienes razón, pero estoy preocupada —susurra mientras me ayuda a empacar. Amanda seguía