11. CONTINUACIÓN
Me detuve un momento, mirando a Amanda con cierta cautela. El Alfa Supremo era la figura más prominente de nuestra especie. Las luchas que había tenido que enfrentar a tan corta edad eran inimaginables.
—Querida, a sus padres los asesinaron cuando tenía esa edad. Como príncipe heredero, todos los poderes de los faraones y los Alfas Supremos fueron hacia él. El último heredero de su dinastía —dije con pena, recordando ese hecho—. Ahora debe estar cerca de cumplir mil años.
—Todavía está joven —dijo mi esposa, terminando de echar todas mis cosas en las mochilas—. ¿Tiene esposa?
—No, que yo sepa —contesté. Hacía muchos años que no lo veía—. No ha encontrado a su Luna todavía.
—Pobrecito, debe estar muy solo —dijo mi esposa; ella era muy emotiva. —Debes contarme más sobre él cuando tengamos tiempo. Pero ahora me has dejado con otra duda… ¿Se lo podrías consultar a él? Sobre cómo sellar la loba de nuestra hija. Si es tan poderoso como dices, quizá pueda ayudarte.
Me detuve un momento, mira