89. ADICTA A LOS LÁCTEOS
BLAIR
Me preguntó lleno de descaro y podía ver la picardía en sus pupilas, que se fueron estrechando mientras me recorría el cuerpo sin disimular las ganas que me traía.
El aire parecía crepitar de lujuria y calentarse a punto de explotar en llamas.
—Sí, en realidad sí estaba pensando en otra cosa…
Mi voz se arrastró seductoramente, mientras mis pasos se internaban en la cocina.
—La cabaña me gustó mucho, pero creo que debemos dejarle una crítica al dueño —agregué mientras me sentaba tranquilamente en una de las banquetas al lado de la isla.
Sus ojos depredadores seguían cada uno de mis movimientos.
—¿Una crítica? —alzó una ceja, dejando la sartén en el fuego e inclinándose hacia mí, desde el otro lado de la isla.
Su hermoso rostro era un hechizo que te llamaba a pecar.
—Sí —le hice seña con el dedo para que se acercara aún más y su aliento se enredaba con el mío.
Solo un poquito más, si me ponía de rodillas sobre la banqueta, podría lamerle la boca.
—Tiene que reforzar las paredes de