86. SOLO UNA NOCHE DE CITA
RHETT
Saqué mis dedos y hundí la lengua en la miel de sus pliegues, bebiendo de su orgasmo, saboreando sus jugos que resbalaban por mis comisuras y calentaban mi boca.
Adoraba su sabor, la manera en la que me entregaba todo, desde la primera vez… y yo no supe apreciarlo.
Moví la boca y le besé el coño con ganas, con ansias locas de que fuera mi polla la que le hubiese provocado esta corrida deliciosa.
Pero mi miembro seguía de castigo, metido dentro de mis pantalones, y ahí seguiría con todo el dolor de bolas que eso conllevaba.
Estaba decidido a mostrarle que podíamos ser algo más que solo sexo y locura.
Desearía que después de vencer al enemigo en las sombras, hiciéramos una familia, con Cynthia y nuestros propios cachorros.
Recuperando el aliento y dándole los últimos lametones a ese dulce de crema, luché por levantarme.
De paso me apreté la bragueta disimuladamente para acomodarme la soberana erección que se me marcaba.
Sostuve su estrecha cintura para estabilizarla, porque se tam