CAPÍTULO 12 – El color del perdón
El amanecer encontró a Isabella aún inquieta, dando vueltas entre las sábanas de seda que, esa mañana, parecían más frías que nunca. Apenas había dormido. La visita de Alex Ruiz el día anterior—o más bien, de Alejandro— la había dejado profundamente alterada. Desde que lo vio parado en la puerta de su casa, con esa mirada que tantas veces la había hecho temblar, su mente no encontraba descanso.
Era él, no había duda. Podía haberse cambiado el nombre, la voz podía sonar diferente, su porte más seguro… pero sus ojos, esos ojos que la habían mirado con amor y dolor a la vez, eran inconfundibles.
El hombre al que amó con todo su ser.
El mismo que creía muerto.
Sin embargo, la vida había seguido.
Ahora tenía un esposo, un hogar, una posición. Amaba a Gabriel, de eso estaba segura. Pero el regreso de aquel fantasma del pasado removía las raíces de su paz.
Isabella se incorporó con lentitud. La cama vacía le recordó la distancia entre ellos. Desde la discusi