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BUENAS NOTICIAS

DÍAS DESPUÉS. 

CATALEYA. 

Los golpes en la puerta no cesan y me están sacando de mis casillas es por esa razón que me levanto de mi sofá y camino a la puerta con unas ganas inmensas de insultar a la persona que me hizo levantar, también preparo mi bella y hermosa lengua con el buffett de insultos. Como los golpes se hacen aún mas fuertes abro la puerta con rabia pero eso se convierte en perplejidad al ver quien es.

NO. PUEDE. SER.

Giacomo Eribalde.

No me la creo.

¿Estoy soñando verdad? 

¿Tal vez sufrí un coma al estar sentada en el sofá y estoy soñando? 

¿O tal vez ya me morí y esto es el cielo? 

Esto debe ser una broma, ni en mis mejores sueños hubiese imaginado que el estuviera en la puerta de mi casa.

Sigo sin poder creerlo.

Y es que no puedo creerlo, porque es mentira. Frente a mi no esta el. Idiota de Giacomo eribalde, sino el idiota de Luis, mi mejor amigo.

Se la creyeron, ¿verdad?

—¿Que estabas masturbandote o qué? — cuestiona entrando a mi departamento

—Estaba diseñando — respondo

El se gira y me mira con una sonrisa de oreja a oreja, mi ceño se frunce porque por varios segundos solo se queda en esa posición y sin pestañear, lo que me hace dudar si sufrí el coma o no.

—¿Y? — pregunto desesperándome

— ¿No lo has leído? — indaga y niego con la cabeza —De verdad que te estabas masturbando, porque es imposible, que tú no tw hayas enterado — frunzo más el ceño en confusión

—¿De qué rayos hablas Luis? — cuestiono hartándome de nuevo

Saca su teléfono y comienza a buscar algo, yo me cruzo de brazos esperando que de una vez por todas me muestre el porqué iba a tumbar la puerta de mi departamento.

—Lo encontré — menciona y pone el teléfono en mi rostro

Lo que puedo ver es mi nombre junto a y algo que he deseado y esperado desde hace mucho tiempo.

—¿Eso de ahí, es lo que creo que es? —indago sin poder creerlo

Luis solo sonríe y me sigue mostrando la pantalla de su celular.

—¿Es enserio? — pregunto en voz alta — ¿Lo conseguí? ¿Logré conseguirlo? —con un asentimiento me hace saber que es verdad, mi ceño se frunce — No me estas jugando una broma, ¿verdad? — sus cejas se juntan

— ¿Tan maldito me crees? — lo miro con sospecha — Si es algo que yo haría, pero esto es real. Revisa tu correo, le iban a escribir a todos los que lograron entrar —

Rápidamente obedezco y corro por lo celular al sofá, abro mi correo y grito al ver el mail.

"Srta. Cataleya Hoffman. Ud ha sido aceptada en nuestro programa " El diseño ganador ". Le felicitamos y le esperamos en..."

El resto deja de importarme y solo me concentro en esa frase: Ud ha sido aceptada en nuestro programa " El diseño ganador ".

Grito y Luis se acerca a gritar conmigo, saltamos dando vueltas y luego lloro. Lloro porque es algo que espere por mucho tiempo, y creí que no lo había conseguido, para mi esto significa mucho, significa que soy buena en algo, que soy más de o que mi madre cree y hablando de ella, decido ir a visitarle para restregar en su inmaculado rostro.

—Debo decirle a mamá — la sonrisa malvada de Luis me hace saber que voy a otra cosa

—Ve y restriegaselo en su perfecta cara — asiento —Y Leya — lo miro — Eres grande, eres inteligente, eres increíble y mereces esto y más — lo abrazo

—Gracias Luis, eres el mejor —

—Lo sé Leya, ahora vete y luego me cuentas todo — con un abrazo,nos despedimos. Me cambio y salgo de casa

Mientras conduzco donde mamá, pienso en lo que sucederá, les doy contexto para que entiendan todo.

Mamá siempre fue dura y fría conmigo, son pocos los recuerdos que tengo de momentos agradables con ella. Cuando era niña y empecé a llenarme, me dijo que las niñas gorditas no logran nada en la vida, y al cumplir 10 años mi anhelo por ser delgada se hizo mas fuerte, empecé a correr pero me cansaba mucho y una vez sufrí un paro cardíaco haciéndolo. Mamá en vez de apoyarme me dijo que me esforzara más porque las gordas son un estorbo en este mundo.

A los 14 años comencé a tomar pastillas milagrosas que prometían chupar toda la grasa del cuerpo y parecieron funcionar, pero tenían efecto rebote, así que luego de un tiempo fui mas gorda de lo que ya estaba.

Cuando cumpli 18 años estaba en la universidad y comencé a tomar laxantes todas las noches, lo que fue una pésima idea, ya que no dormía y solo pasaba en el baño, aunque adelantaba la tarea y conseguí excelentes notas. Aunque eso me afectó, no tan grave pero si quedé delicada y desde entonces que estuve internada no he vuelto a hacer nada para bajar de peso, es por esa razón que ir donde mamá será oír que estoy gorda, que nadie me amará así y que soy un estorbo para el mundo.

Pero decido ir, ya veremos como terminará esto.

Al llegar a casa me quedo varios minutos en el auto solo viéndola. Mis padres viven en una residencial, papá es escritor y mamá es la mejor vendedora de bienes raíces del lugar, así que pueden vivir bien, mi mirada va a unas casas más allá donde unas señoras miran con curiosidad el auto y cuchichean entre ellas.

Ya les estoy escuchando lo que dicen: Esa es la hija gorda de los vecinos, y cosas así.

Bajo la mirada y me armo de valor para no dejarme pisotear por mi físico. Asi que salgo del auto, veo a donde están las chismosas y les saco el dedo de en medio ganándome una exclamación de sorpresa de su parte y yo una sonrisa en mi rostro.

Eso Cataleya.

Saco la llave y abro la puerta, oigo a papá en la cocina y de inmediato voy para allá a saludarlo, como él está de espaldas se sorprende al sentir que lo abrazan.

—Papi— beso su mejilla

—Mi Merida — río ante las palabras de papá mientras me abraza

El me llama Merida, como la princesa de Disney, la que tiene el arco y es pelirroja, papá me dice asi desde que golpeé en la cara a una niña por llamarme ballena.

—¿Qué te trae por aquí? — cuestiona

—Tengo que contarte algo muy especial papi — el me mira intrigado y saco el celular para mostrarle el correo

Es interesante ver como cambian las expresiones de su rostro, en este orden: Intriga, confusión asombro, sorpresa, y felicidad. Me quedo con eso, y me vuelve a abrazar.

—Lo sabía Merida, sabía que lo lograrás, eres grande y muy especial, mereces esto y desde ya, te digo que estaré en la final cuando te nombren ganadora — río

—No se si ganaré papá — comento

—Lo harás y estaré orgulloso de ti, como lo he estado siempre — nos abrazamos una vez más y la puerta se abre

Se oyen unos tacones y es de sobra cuestionarse quien es, porque ya lo sabemos. Mamá entra a la cocina y ni me saluda, en cambio dice:

—Pero que gorda estas — eso me duele

Yo salí a mamá, pelirroja y con rostro hermoso. Solo que ella es esbelta, su cuerpo es como de barbie y siempre se viste bien, además su cara no está gorda como la mía.

—Déjala Hannah — papá le pide

—Pero es la verdad, creo que hasta te has engordado más — bebe un vaso de agua

—Si mamá, engordé más — ella me señala como el chico moreno de tiktok y suspiro —Venía a decirte que entre en un programa — le paso el celular

—¿Cuál? ¿Quién es el más gordo? ¿O gordos del país? — la miro y me ordeno no llorar

—Hannah ya basta, es tu hija—

—Y le digo la verdad, prefiero eso a engañarla — me mira de manera fría y luego al celular.

Y para mi sorpresa empieza a reír.

¿Qué?

—¿Tu serás diseñadora? — cuestiona con burla —Solo los esbeltos son diseñadores, ellos saben lo que le hace bien a los clientes — miro a otro lado —Las personas gordas no logran nada en esta vida. ¿Crees que alguien comprará tu ropa? — me señala

—Yo hago mi ropa, y esta que estoy usando también la hice — comento

—Y esta hermosa esa ropa — me apoya papá, colocándose detrás mio

—No ganarás, te echarán la primer semana, ni siquiera pasaras el primer reto —

¿Por qué no me quieres mamá?

—Ganaré — digo con dolor — Ganaré y papá estará ahi para apoyarme, tu no, no te quiero ahí cuando me nombren ganadora. Jamás me has apoyado y solo me ves como el resto del mundo, como una gorda, y bola de grasa, así que tu no estarás ahí. Me cansé que me trates de esta forma, eres mi madre y deberías apoyarme no hacerme sentir como una basura — ella baja la mirada —No te quiero volver a ver en mi vida, desde ahora solo tengo a papá, tu no existes para mi — sus ojos me enfocan y veo dolor en ellos

—Merida... hija — escucho a papá

—Me voy, debo prepararme — tomo mi celular y salgo de casa

Escucho a papá reclamándole y los dejo a ellos atrás, me subo al auto y salgo disparada del lugar para estacionarme cuando ya estoy lejos a un lado de la carretera y llorar.

Se lo demostraré a todos, una mujer talla Xxl puede lograr lo que sea. 

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