Capítulo 30

Aba

Es sábado por la mañana, pero yo vuelvo a estar en el despacho. Por algún motivo, esta mañana necesitaba trabajar, y liberar mi mente de pensamientos indeseados. Como los que recorren mi cuerpo cuando me duermo, y soy capaz de recrear en mis sueños cada caricia de Piero, cada vez que su lengua y la mia se han abrazado en un juego en el que ninguno de los dos perdía, cada embestida contra mi feminidad, cada vez que me he retorcido de placer entre sus expertos brazos. Y lo peor, no es que mi cerebro no descanse, y se dedique a recuperar recuerdos que debería esforzarse en borrar, lo peor, es que mi cuerpo traidor se estremece, y noto como la humedad invade mi sexo cuando me despierto jadeante.

He intentado liberarme del fantasma de Piero por todos los medios, con duchas frías, con largas tardes de meditación, con compras impulsivas de ropa que no me puedo permitir, con noches de autocomplace

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