"¿En serio?", digo, inclinándome hacia delante, incapaz de contener mi sonrisa. "¿Es que... no debería haber dicho eso? ¿Te da vergüenza?".
Se aclara la garganta y mira hacia la mesa, avergonzado, aunque lo veo sonreír y negar con la cabeza. "No, Alteza, es...".
"Ella", corrijo, con voz suplicante.