—Hoy te voy a enseñar una lección —dijeron los dos hombres mientras se remangaban las mangas, listos para enfrentarse a Juan. En ese momento, el dueño mostraba una expresión de malicia y satisfacción en sus ojos.
Xavier, de buen corazón, intervino: —Déjalo, es demasiado joven. Puede corregirse en el futuro.
Valeria, por otro lado, frunció el ceño y comentó con desdén: —Esos tipos merecen una paliza de todos modos.
En ese instante, Juan exclamó de repente: —¡Espera un momento!
Los dos hombres musculosos, con una actitud desafiante y satisfecha, preguntaron: —¿Qué pasa? ¿Tienes miedo? ¡Si tienes miedo, lárgate!
Juan se dirigió a Xavier: —¿Xavier, alguna vez te dije que estas dos bolsas de hierbas medicinales son falsas?
Xavier negó con la cabeza: —Solo mencionaste que el ginseng no era auténtico, nunca dijiste que las hierbas del negocio eran falsas.
En ese momento, el dueño saltó enojado: —¡Xavier, no le hagas caso! Este chico entró y dijo que mis hierbas medicinales eran falsas, que es