Alaric ardía de ira al aparecer en su habitación. Si Mariah no era la que estaba allí, ¿adónde demonios la habrían llevado esas doncellas? Pensar en el maltrato que podría estar recibiendo le daban ganas de matar. Intentó calmarse, apaciguar la ira, pero pensar en lo que Mariah podría estar pasando se lo impedía, así que se teletransportó una vez más, esta vez apareciendo frente a las grandes puertas de madera que conducían al barrio. En las grandes puertas, una placa negra decía "PABELLÓN DORADO" con letras doradas. Respiró hondo para calmarse y, con una cálida sonrisa, abrió las puertas.
La hermosa vista del jardín florido lo recibió, y pensar que Mariah no era quien lo disfrutaba como él esperaba, casi avivó su ira una vez más, pero la contuvo.
"Mi Rey", una doncella lo vio e hizo una reverencia al instante.
Alaric luchaba por mantener una cálida sonrisa mientras asentía. "Lo siento, sé que no me espera, pero quiero ver a mi invitada".
"Oh, Lady Mariah se está vistiendo, mi Rey. L