43.
AURORA
El día estaba tranquilo, silencioso, cargando el peso de algo que no sabía si podría controlar.
Mis manos tiemblan apretando fuertemente la taza de té, observando el enorme muro de bruma oscura agitándose a la distancia.
Aquí no había sol, aquí no había luna; todo lo que se veía era el cielo lleno de nubes grises dejando caer una especie de ceniza.
Suspiro, alejándome de la ventana, sintiéndome sola en esta enorme casa. Kayne se había ido temprano, luego de desayunar y calmarse un poco.
Sabía que estaba atendiendo cosas, investigando lo que aquella mujer me dijo asustada en la pequeña sala de su casa.
Dejé la taza y salí; necesitaba ver si estaban bien, si nadie me había visto salir o entrar de su casa. No podía permitir que, por mi culpa, pagaran inocentes.
Tal vez yo no era nadie en este mundo, un simple error, un defecto, pero tenía algo que justo ahora me daba valor: el apoyo de Kayne.
Salí al exterior y los hombres puestos a mi disposición comenzaron a seguirme.
Sus trajes