Michael no había dejado de sonreír desde que vio a sus amigos, preparándose para contarles su nueva felicidad.
Se encontraban en su lugar de juego habitual: una cancha de hockey, donde siempre habían estado desde la primaria.
—¿Soy yo, o tú también ves la sonrisa permanente en el rostro de Michael? —preguntó Joshua primero, apartándose de su casillero para observar detenidamente el rostro de Michael.
Scott, que ya se había vestido y estaba a punto de ponerse el casco, se detuvo y miró fijamente el rostro de Michael, como si quisiera ver algo más allá de sus ojos.
—Sin exagerar, la última vez que vi a Michael sonreír así fue cuando nos contó sobre la exnovia de Nathan —dijo, clavando su mirada en la de Joshua al final de la frase.
Y así, ambos miraron el rostro de Michael. —¿Es lo que pensamos? —preguntaron al unísono, con los ojos muy abiertos por la admiración.
Michael soltó una carcajada durante un buen rato, disfrutando de la expresión de sorpresa en el rostro de su amigo.
—Bueno,