Estoy a punto de salir corriendo cuando Lionel se engancha a mi cintura lanzándonos a la piscina―¡Mierda!―esta fría. El agua esta helada y no logro ver nada. Lionel engancha su brazo a mi cintura impidiéndome salir, mientras la otra se aferra a mi nariz y boca.
Pasan unos segundos y cuando siento que me voy a desmayar, finalmente Lionel me suelta permitiéndome respirar. Una vez en la superficie, inhalo todo el aire que soy capaz de tomar, antes de gritarle la zaranda de insultos que se merece, ¿Cómo se le ocurre lanzarnos a la piscina? Mis ojos lo fulminan y comienzo a abrir mi boca dispuesta a ponerle los puntos claros, pero una voz me interrumpe, y el temblor del agua helada no se compara con el que ese hombre de ojos verdes es capaz de hacerme sentir―estoy muerta.
―¡Vaya, vaya! Creí haberle advertido que no me hiciera llegar a la quinta infracción señorita Braun.
¡Campbell! Otra vez.
¿En serio? ¿Otra vez él?
¿Por qué cada vez que pasa algo malo, es Campbell quien tiene que pa