Ramón llegó al hospital una hora después.
Al entrar en la sala y ver a Antonia echando humo, frunció el ceño, —¿Por qué tanta prisa? Tengo muchas cosas que hacer en la empresa y tengo que volver más tarde a la reunión.
Antonia le entregó el informe y le dijo fríamente: —Este es el informe de paternidad de Leonardo y mío.
La expresión de la cara de Ramón se congeló, pasó la última página, y al ver la línea de que no eran parientes, dijo enfadado: —¿Qué es esta tontería, si Leo no es tu hijo, de quién es?
Antonia rió fríamente, —Y yo qué sé, Leo no se parece a mí desde pequeño, pero siempre se ha parecido a ti, Ramón, ¿dónde está mi hijo?
Cuando dijo la última frase, la expresión de Antonia se había vuelto un poco loca.
Ramón frunció el ceño y dijo fríamente: —¿Qué quieres decir? ¿Sospechas que te engaño?
—¡Si no es así, demuéstramelo!
Ramón tiró con rabia el informe al suelo y dijo enfadado: —¡No te pases tanto! Qué organización es, ¡voy a demandarles!
Antonia le miró fríamente y le dij