Matilda se marchó y a Tadeo se le enfrió la cara.
En el camino de vuelta, Natalie y Leonardo permanecieron en silencio.
Cuando el coche se detuvo frente al chalet, Natalie estaba a punto de bajarse y Leonardo habló.
—Ese día fue mi culpa, te prometo que no volverá a ocurrir.
Natalie frunció los labios y dijo fríamente: —No tienes que prometérmelo. Es inútil si no puedes hacerlo después de prometerlo.
Continuó—: Te di una oportunidad, no a intentar repetir los mismos errores. En cuanto al tema entre tú y Matilda, cómo quieres solucionarlo, espero que lo pienses antes de hablar conmigo.
Tras decir esto, empujó la puerta del coche y se bajó para marcharse.
En los días siguientes, ambos salían temprano y regresaban tarde, no se veían mucho, y parecían evitarse deliberadamente.
Natalie no tenía prisa, esperaba la respuesta de Leonardo.
El viernes después del trabajo, cuando Natalie estaba a punto de salir de la oficina, de repente recibió una llamada de la agente de Lucía.
—Señorita López,