Lucía estaba ocupada en la cocina, preparándose una cena sencilla pero nutritiva.
Mientras lavaba y cortaba las verduras, sonó una notificación en su teléfono. Pensando que era una respuesta de Natalie, se secó rápidamente las manos para revisar el mensaje. Efectivamente, era de Natalie: —Lucía, mañana por la noche llegaremos puntuales. Yanela está tan emocionada de verte que no para de bailar y balbucear tu nombre.
Lucía sonrió y respondió rápidamente: —¡Muero por verlos también! Los espero mañana, ya reservé una mesa junto a la ventana.
Al dejar el teléfono, Lucía sintió que su ánimo se aligeraba inexplicablemente, como si todo el cansancio se hubiera esfumado ante la perspectiva del encuentro.
Después de preparar y cenar rápidamente, se fue a descansar temprano, llena de expectativas por el encuentro del día siguiente.
Al atardecer del día siguiente, Lucía llegó temprano al restaurante. Apenas se había sentado cuando vio entrar a Natalie y Leonardo, quien llevaba a Yanela en brazos.