Lucía dijo: —Pasa.
Somi empujó la puerta, y vio a Nieve sentada en la cama y a Lucía en el sofá, con los ojos brillantes.
Si no hubiera sacado el 1, ahora sería ella la que estaría sentada en el sofá.
—Lucía, tengo hambre, tenemos que bajar a preparar la comida.
Lucía miró la hora, las 10.30. Efectivamente, era hora de preparar la comida.
Se levantó: —Ahora no tengo nada que hacer, bajemos a la cocina a ver qué hay en la nevera.
—Bien.
Al ver que se iban, Nieve se levantó: —Voy con ustedes.
Las tres formaban un grupo embarazoso, sobre todo, porque Somi solo hablaba con Lucía, ignorándola directamente, y Nieve no podía intervenir aunque quisiera.
Entraron en la cocina y al abrir la nevera solo encontraron un trozo de carne y unas pocas verduras, Somi parpadeó con decepción.
—Somos seis, seguro que no hay suficiente para todos, y todos tendremos que volver corriendo a la cama después de comer para guardar la energía.
Al oírlo, Lucía no pudo evitar reír y dijo: —Cuando vine aquí, vi que e