Los golpes en la puerta se hicieron más urgentes, acompañados de los gritos ansiosos de Indira: —Emiliano, ¿estás ahí? Abre la puerta. He llamado a un médico para Lucía.
Emiliano, sobresaltado por el repentino ruido, se apartó rápidamente de su beso con Lucía y miró a la puerta con rabia.
Empujó suavemente a Lucía y se alisó rápidamente la camisa, al tiempo que envolvía fuertemente a Lucía con su chaqueta por si quedaba al descubierto.
La puerta se abrió bruscamente e Indira entró corriendo, sus ojos se volvieron agudos y furiosos en cuanto vio a Emiliano y Lucía desvestidos.
Sin embargo, rápidamente reprimió su ira y su expresión se tornó resignada y triste.
—Emiliano, ¿cómo pudiste hacerme esto? —La voz de Indira temblaba mientras miraba a Emiliano, con los ojos llenos de lágrimas.
Emiliano frunció el ceño, miraba con frialdad a Indira, y su tono estaba lleno de impaciencia: —Indira, ya hemos roto, y, ¿cómo pudiste irrumpir en la sala de descanso?
Indira se quedó sin palabras y cuand