Al oírlo, la sonrisa de Javier se detuvo gradualmente, dijo en voz baja: —Esta vez la familia Benicio está regañada, tal vez Aina no pare y encuentre la manera de vengarse de ti, ten mucho cuidado.
Natalie asintió: —Bueno, ya lo sé.
No tenía miedo de que Aina se vengara de ella.
—Bien, vete a trabajar.
Javier sentía que a Natalie no le importaba lo que había dicho y decidió conseguir dos guardaespaldas para que la siguieran.
El día pasó rápido y por la tarde, después del trabajo, Natalie recogió sus cosas y se fue.
Era la hora de cerrar y en la entrada había mucha gente.
Cuando Natalie acababa de salir de la oficina, una persona se abalanzó a su lado y levantó un cuchillo hacia ella.
Ella entrecerró los ojos y cuando iba a estirar la mano para taparlo, una voz angustiada sonó de repente en sus oídos.
—¡Cuidado!
En el segundo siguiente, Natalie fue golpeada y cayó hacia un lado.
Mientras reaccionaba, se oyeron gritos a su lado.
—¡Ah! ¡Asesino!
—¡Ayuda!
Consiguió quedarse de pie y miró c