Por otro lado, Natalie llevó a Leonardo al hospital para que le vendaran las heridas y le preguntó por qué estaba en la entrada del Grupo Silva.

Leonardo le dijo tranquilamente: —Sólo pasaba por aquí y vi que ella te acosaba, temía que sufrieras.

Natalie frunció el ceño y, al cabo de un momento, dijo: —Si no hubieras aparecido de repente, no me hubieran hecho daño.

—¿Te he causado problemas?

Al ver la mirada tranquila de Leonardo, Natalie frunció los labios, sacudió la cabeza y dijo: —No, en realidad te debo un agradecimiento.

Al percibir lo que quería decir, Leonardo parpadeó con decepción.

No sabía en qué momento se había vuelto tan extraño entre ellos.

—Pues me voy.

—Te llevo a casa.

—No, que me recoja el chófer.

—Te llevo. Al fin y al cabo, te has hecho daño por mi culpa.

Después de eso, Natalie no le dio oportunidad de negarse y se fue directa hacia su coche.

Ninguno de los dos habló durante el camino de vuelta, y permanecieron callados hasta que llegaron a la puerta del chalet de