Ignacio se fijaba en Olivia como si quisiera romperla en pedazos.
—Olivia, ¿qué coño quieres? ¿Te has vuelto loco?
Olivia sonrió y enarcó una ceja, —Papá, ahora mismo estoy defendiendo mis intereses, sólo tienes que entregarme el Grupo Mil o de lo contrario las pruebas de tus crímenes que tenemos mi madre y yo deberían bastar para mantenerte en la cárcel el resto de tu vida.
Ignacio respiró hondo y se sentó frente a Olivia.
—¿Has matado a mis dos hijos y aún quieres que te ceda el Grupo Mil? ¡Estás soñando!
Olivia lo miraba con fingida tristeza, —Papá, no digas eso, ¿a quién más le puedes entregar el Grupo Mil sino a mí? ¿A tu amante que está muriendo en el hospital? ¡Es una extraña!
—¡Aunque se lo doy a una extraña, no se lo daré a alguien tan estúpido y malo como tú!
Al ver el enfado de Ignacio y que no quería sentarse a negociar, la mirada de Olivia se volvió gélida.
—Papá, parece que quieres pelear...
—¡No me voy a dejar amenazar por ti!
Olivia asintió, —De acuerdo, entonces puedes