Después de que Javier se fue, Natalie miró hacia Edurno y le dijo: —Secretario Romo, ya que me dio el Grupo López, tengo derecho a hacer uso de él, ¿no?

Edurno tuvo un mal presentimiento y contestó: —Sí, es tu propiedad personal.

—Entonces dónalo para mí.

No quería hacerse cargo del Grupo López, ni quería tener nada que ver con la gente de la familia López.

El rostro de Edurno se puso rígido y, tras un momento de silencio, dijo: —Señorita Silva, le sugiero que lo reconsidere. He oído que no se lleva bien con el señor López, pero el Grupo López no es sólo del señor López, hay cientos de empleados. Si vende el Grupo López, perderán su trabajo. ¡Espero que lo reconsidere!

Natalie se sorprendió al ver la sinceridad de Edurno.

—¿De verdad llevas tres años trabajando de secretario para Ricardo?

Ricardo no parecía alguien que pensara en sus empleados.

Edurno quedó helado, luego asintió y dijo: —Sí, antes no puede encontrar trabajo, y fue el señor López quien me dio una oportunidad de trabajar