—Lo siento, Jaspe. No lo haré. —Davis se incorporó, la tomó del brazo— Es hora de regresar a tu casa. —la llevó a rastras hasta afuera de la habitación.
—¿Es una broma, verdad?
—No, es una estupidez lo que pensaba hacer. No mereces que te utilice, ni Ben, que yo le haga esto.
—¿Utilizarme? ¿De qué hablas Davis?
Davis la obligĂł a subir al auto. EncendiĂł el motor, echĂł de retroceso y saliĂł de aquel lugar.
—¿No vas a responderme? Esto es una burla, me estás humillando.
—No es una burla, Jaspe; no quiero hacerte daño. Tienes que entender que amo a Amanda y la razĂłn por la que te traje hasta aquĂ era porque querĂa vengarme de tu padre. —guardĂł silencio para luego develar aquella verdad— Hoy supe que Sara, es mi hija.
—¿Qué? —preguntó sorprendida.
—Eso mismo dije yo. Hace diecinueve años conocĂ a Amanda, ella era la enfermera a cargo de Silvia, desde que la vĂ me enamorĂ© de ella, estuvimos juntos, pero yo estaba comprometido para casarme con Silvia y en ese momento creĂ que debĂa s