—¡Como ella!— Ella exclamo. —Ella no merece respirar el mismo aire que él. ¿La has visto? Parece desesperada y repugnante.
La ira me invadió ante las palabras de la chica y, más que nada, quería ir y decirle lo que pensaba. Incluso si estuviéramos en un avión a miles de kilómetros en el aire, no iba