Capítulo 130.

A regañadientes Kael tuvo que dejar a Lina para ponerse a trabajar.

La dejó comer lo que pidió a domicilio, mientras él trabajaba desde la sala. Con el auricular podía escuchar a todos los que estaban en la agencia junto al director y subdirectora, mostrando los puntos y ciudades dónde habían aparecido los cuerpos de los agentes muertos.

Pero a la vez, verla andar de un lado hacia otro, descalza y adueñándose del lugar completamente era algo que no podía dejar de ver.

Lina tenía una esencia única. Un espacio gris se iluminaba con su presencia.

Su voz recitaba la letra de canciones que escuchaba en un par de auriculares que le pidió prestados, bailando a un ritmo que no escuchaba, pero le daba vida a ese lugar.

—¿Qué hay frente a tí que es divertido? Te recuerdo que estamos trabajando. —le llamó la atención Denver al ver su rostro contorsionado por una risa que tuvo que ocultar.

—Dame las horas de fallecimiento. —volvió a ver la pantalla, aunque ver a Lina observando el cronómetro
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