Emily Reyes se enfrenta a la vida como una guerrera solitaria que lucha por salir adelante por su hermano, quien es la única familia con la que cuenta y a quien necesita ayudar cuanto antes o de lo contrario la vida de él terminará sumida en un verdadero infierno. Su corazón enamorado del romance fantasea con encontrar un amor dulce y romántico que le permita conocer las mieles de una relación sana y estable. Lo que ella no puede anticipar es que en su primer día de trabajo en las Industrias Cavill, cuyo CEO es el hombre más codiciado por las mujeres y que al mismo tiempo es un total misterio, un contrato que termina firmando por equivocación pondrá su vida de cabeza de maneras que ella ni siquiera es capaz de sospechar. Lujuria, traición, pasión, mentiras y secretos son solo algunos de los elementos que sumergirán la vida de «Emi» en ese caos cuyo epicentro será el apasionado CEO. ¿Tomará ella las riendas de sus propias decisiones o sucumbirá al mundo de placer prohibido al que él planea someterle?
Leer más―Él me miró a los ojos y con esa sola mirada me hizo desmoronarme en mis adentros. Todo en mi ser quedó rendido a los pies de ese hombre de mirada decidida y voraz, ese hombre era capaz de dejarme sin aliento y sin habla.
Yo miré en todas las direcciones tratando de encontrar alguna otra explicación. Yo estaba tratando de descifrar si era a mí a quien miraba, pues la sorpresa me invadió de solo sopesar la cuestión y es que no era cualquier hombre el que se había fijado en mí, era un dios de la seducción en todo el sentido de la palabra, un hombre capaz de trastocar cualquier corazón con su sola presencia, una verdadera situación para que las piernas de cualquiera sucumbieran debajo del peso de un incontrolable temblor.
La distancia que nos separaba quedó franqueada en cuestión de instantes someros. Su fragancia estalló en mi rostro, haciéndome respirar de lleno el perfume de su ser que se quedó impregnado en mi memoria como un recuerdo del cómo debía ser la fragancia de los ángeles. En esa cercanía, sus ojos de un color azul tan brillante como el cielo de una mañana de verano me impactaron de inmediato, empujándome a mirar el resto de su ser bajo los efectos de un encantamiento sin comparación. La línea de su rostro era recta donde convenía rectitud y simetría, mientras que en las partes donde le convenía la fluidez y el dinamismo su rostro de igual manera sabía portar ese dejo de audacia indómita. La piel tersa y lozana que se extendía inmaculada y sin arrugas en toda su superficie mientras me miraba con un gesto imperturbable y sin expresión. Mi ser se desprendió de cualquier escrúpulo y vergüenza, pues para ese punto ya de nada valía, pues la expresión de éxtasis debía ser evidente de cabo a rabo en mi rostro, pero estaba segura de que él ya esperaba algo así. Un hombre como él debía estar acostumbrado a provocar ese tipo de reacciones en todas las personas de su alrededor.
Dando un paso más adelante, aquella inmensa humanidad se plantó ante mí con toda su corpulencia. Un cuerpo musculoso y bien formado que se cubría con un traje de la más elegante confección servía como catalizador de mi mutismo. Ese último pasó lo dejó a escasos centímetros de mi rostro, ya no quedaban dudas, era a mí a quien buscaba.
Sus labios sensuales que comenzaron a mostrar lo que era la sonrisa más sensual que el mundo hubiera conocido cuando descubrió el leve temblor que se había apoderado de mi ser. Aquel rostro, para una fanática del cine de superhéroes como yo, mejor dicho de los actores que actúan en esas películas, no podía quedarme sin reacción: Ese hombre era una mezcla entre un Superan y un Capitán América.
―Quiero hacerte el amor ―me dijo sin ningún tipo de advertencia ni previo aviso. Fue algo del todo inesperado que llenó mi ser de una sensación de desconcierto inmediato, no un desconcierto negativo ni mucho menos; mi desconcierto fue del tipo de quien no sabe ponerse de acuerdo si festejar, bailando o dando saltitos o quizás ambas cosas al mismo tiempo.
Sin embargo, no podía dejar que la emoción me dejara en evidencia tan pronto, por lo cual me apeé para mostrarme como una mujer segura y con mucha decisión en un momento como ese.
―No eres el único ―fue mi respuesta cuando mi mano se colocó confianzuda sobre su pecho de acero. Mis labios abiertos ligeramente para dejar entrever mi lengua que hacía movimientos sensuales al hablar eran una invitación.
El sujeto sonrió con fastidio. Aquella no era definitivamente la respuesta que él esperaba de mí, pero esa era justamente la reacción que yo buscaba en él, no quería que él creyese que yo iba a caer rendida a sus pies a las primeras de cambio. Era necesario que él supiera que debía esforzarse si quería acercarse a mí.
Su sombra se hizo más grande cuando toda distancia que existía entre nosotros dejó de existir. El inmenso dios seductor me empujó hasta que mi espalda se recostara contra la pared detrás de mí, mientras que sus manos se acomodaron en mi humanidad para someterme, de manera que mi cuello quedó erguido con su boca respirándome cerca de la yugular de manera amenazadora.
―Pero yo no soy cualquiera ―susurró él con total seguridad. En su voz se descubría la capacidad que él sabía que tenía para ser irresistible, sabía que yo me moría por él, aunque me esforzaba en contenerme.
Entonces, sin previo aviso, comenzó a besarme con pasión. Sus labios entrenados sabían cómo acariciar la superficie de mi cuello desnudo, ocasionando que el deseo que se encontraba contenido dentro de mí brotara sin contención. Era un espectáculo de puro placer. Apenas y podía recalar en el hecho de que nos encontrábamos en un lugar público, cosa que a él parecía importarle poco y que para mí, de alguna manera, parecía convertirse en un fuerte potenciador de mi pasión. La adrenalina de que alguien me descubriera en brazos de ese hombre poderoso me excitaba hasta el éxtasis.
Sus manos buscaron incursionar debajo de mi blusa, cosa que significó la ruptura de cualquier barrera de pudor: ya estaba rendida frente a él. Un delirio como ese era algo que no me sentía capaz de experimentar. No lo conocía, ni siquiera sabía su nombre, pero estaba completamente entregada a él y sin importar lo que nadie pudiera decirme, estaba decidido a llegar hasta las últimas consecuencias de aquel encuentro furtivo.
Cuando por fin llegó el momento de consumar el deseo que nos consumía a los dos, me dieron ganas de morirme en ese mismo instante: me despertó el sonido de la alarma. Quería estallar, lanzar el teléfono contra la pared. Me habían arrancado el momento por el cual me había estado derritiendo, pero me calmé, sabía que aquello no había sido un sueño: Aquello fue una premonición sobre el amor de mi vida que conoceré hoy mismo, eso puedes asegurarlo.
Muchas gracias, querida lectora por darle la oportunidad a mi historia y llegar hasta este punto. Sé que esto no es un final ni mucho menos. Son demasiadas las preguntas sin respuesta que quedan en el aire, pero no te preocupes, la historia no acaba aquí, esta solo es la primera parte de una trilogía que he preparado con muchísimo amor para todas ustedes. Sé que no es perfecta, pero hemos puesto todo el corazón escribiéndola para que sea de su agrado y puedan tener una historia con la cual suspirar y enamorarse.Sometida por obligación es el título de la segunda parte de esta trilogía, donde seguiremos los pasos de la protagonista para enfrentarse a esa nueva vida obligada a vivir lejos del amor de su vida y lo que hará falta para recuperar lo que perdió.Sé que las dudas son muchas y que hay muchas preguntas que no nos dejaran dormir, por eso les aseguro que si siguen la segunda parte no se arrepentirán.Les recuerdo que pueden seguirme en mi página de escritor en Facebook, donde est
Epílogo¿Despedida?― ¿Pero cómo piensas comenzar de cero? ―se preocupó Ana al escuchar mis planes de mudarme al pequeño pueblo donde habíamos crecido con mis padres antes de mudarnos a la ciudad. La idea se había instaurado de inmediato en mi cabeza, apenas entendí que mi estancia en la ciudad iba a ser imposible por demás. La preocupación de Ana era entendible, sobre todo asumiendo que los últimos dos años no había tenido ni siquiera el suficiente dinero como para pagar el arriendo de un lugar propio, pero lo que ella no sabía era que en cuestión de un par de días el dinero había dejado de ser el problema. La que antes era la mayor prioridad en mi vida, ya había dejado de serlo. De golpe me encontraba con el dinero suficiente como para estar viviendo una vida tranquila con mi hermano, puesto que el señor Martins antes de irse había depositado en mis manos una paca, de billetes de a cien, tan grande que ni siquiera me había atrevido a contarla. Mi mochila de los días de escuela, esa
Explicaciones difícilesAna abrazó a David de una manera muy emotiva que me hizo sonreír de felicidad de solo poder contemplar esa escena. David apenas podía acordarse de aquella joven que estudiaba con su hermana y que visitaba la casa de vez en cuando, por eso se sintió un poco incómodo cuando esa que ahora era toda una mujer en todo el sentido de la palabra lo estrechó entre sus brazos estrechándolo contra sus enormes pechos. En el rostro de mi hermano pude descubrir ese destello de incertidumbre que me podía hacer saber que la inocencia del niño ya había comenzado a abandonarle; sin embargo, yo me seguía negando a aceptar aquellas acusaciones que Owen había hecho en su contra de manera cobarde. Aquello no me cabía en la cabeza, era algo que sencillamente no podía asimilar.En el trayecto de regreso al departamento intenté y de hecho estuve a punto de preguntarle sobre el asunto, pero preferí callar y no arruinarle el momento, pues la sonrisa de su rostro era algo verdaderamente gr
Una felicidad a cambio― ¡Emi! ―le escuché decir con aquella voz dulce e inocente que me hizo volver a vivir, por lo menos estaba descubriendo que, en medio de mi mar de angustia, estaba reservada una felicidad para mí― ¡Viniste por mí!David sonrió cuando comenzó a correr hacia mí. Él era un chico que parecía mucho mayor a la edad que de verdad tenía, pero en el fondo aún era un niño capaz de emocionarse sin disimulo como el niño que era.Mi hermano llegó a mis brazos y me regaló la vida que había perdido todo ese tiempo. Tenerlo entre mis brazos por lo menos me permitía saber que aquello era tangible, que era real, sabía que en medio de mi angustia y miseria, por lo menos la que era mi meta de vida, estaba siendo alcanzada de manera efectiva.Sus huesos a flor de piel daban muestra de la mala alimentación que recibía en el lugar, lo mismo que aquella ropa sucia y raída que demostraba la poca importancia que le daban a los internos, situación que yo tenía más que comprobada, pues yo
Como aquella lejana vezLogré dejar a Ana tranquila con esa promesa que le hice. Después de todo no había conseguido la manera de resolver todavía el cómo le explicaría todo ese asunto, por lo que de momento solo quería concentrarme en resolver un asunto a la vez. Así que salí de vuelta a la calle, donde me esperaba aquel auto que me recordaba de manera inevitable al hombre al que me encontraba traicionando de manera artera. Con todo el dolor de mi alma tomé el lugar frente al volante y accioné el motor. El internado no quedaba muy lejos y todavía tenía veinte minutos para llegar a tiempo a la cita pautada.Comencé a conducir con la mente enajenada y el corazón vacío. Solo quería tener un propósito para poder seguir adelante después de haber tenido que renunciar de manera forzosa a lo que prometía ser mi felicidad definitiva, por eso necesitaba llegar cuanto antes a ese lugar donde esperaba que por lo menos la sonrisa de mi hermano pudiese darme de nuevo las ganas de vivir.Llegué cas
Vacío insoportableMi mundo se destruyó en ese instante en el que quedé a solas en aquella salita del departamento de Ana. Aquella conversación me había devuelto la vida que antes había estado anhelando, pero me la había dado después de tener que renunciar a la vida que había descubierto recién. No podía saber cómo sentirme. Me llenaba de regocijo saber que podía ir a buscar a mi hermano en ese mismo momento, si es que era eso lo que quería, pues el señor Martins lo dejó en claro antes de salir, pero sabía que si lo hacía debía cumplir mi palabra y olvidarme completamente del amor que sentía por el señor Cavill.Las preguntas se me amontonaban y me llenaban de una insoportable cantidad de incertidumbre que solo servía para acrecentar el miedo y la confusión. Yo no era más que una niña indefensa en un mundo de mentiras y traiciones, no tenía ni la menor idea de cuál podía ser el interés de dos personas tan diferentes para hacer todo eso solo para alejarme del señor Cavill. La duda me d
Último capítulo