Heridas y pactos (1era. Parte)
El mismo día
New York
Alexander
¿Cómo se le pone candado a un corazón? Creo que no existe manera. Y aun así, sabía que Claire tenía razón: necesitábamos poner distancia entre los dos. Pero dolía aceptarlo, porque me moría por abrazarla, besarla y repetirle mil veces que la amaba. Ella, como siempre, era la voz de la razón, la sensatez que me obligaba a mantener los pies en la tierra.
Tenía el impulso de exigirle a mi madre que me contara toda la verdad sobre su historia con Henry, sin importar las consecuencias. Pero, como si adivinara mis pensamientos, Claire me frenó con su voz quebrada y esa mirada llena de súplica y dolor. Me quedé en la oficina, con el corazón estrujado, la rabia y la frustración mezclándose al mismo tiempo. Respiré hondo, cerrando los ojos un instante, y me dije: solo unos días… y recuperaré a Claire.
Así pasé el resto del día, con el alma en los suelos, hasta que recibí una notificación de Nicholas: “Cena en casa de Elizabeth, no faltes”. No tenía ganas de asis