Cuando todo vuelve a latir (1era. Parte)
Dos días después
New York
Alexander
No sé si estoy muerto. No sé si sigo atrapado en un sueño demasiado largo. Solo sé que hay voces. Lejanas. Difusas. Como si me hablaran desde el fondo del agua.
Y una imagen vuelve una y otra vez, sin piedad: Moreau sujetando a Elizabeth entre el humo, las llamas devorándolo todo, el calor sofocante quemándome los pulmones. El disparo. Siempre el disparo. La bala alojándose en mi cuerpo, la sangre brotando sin tregua, caliente, interminable, como un castigo por haber seguido mis impulsos sin pensar en las consecuencias.
Y entonces ella. Claire. La escucho gritar mi nombre con el alma desgarrada. Me veo cayendo, envuelto en un charco de sangre, el suelo frío contra mi espalda. Y después… nada. Todo se apaga.
Lo peor es no tener certezas. Mi cuerpo pesa toneladas. Intento abrir los ojos, pero algo me lo impide, como una mano firme presionándome el pecho, obligándome a seguir inconsciente. Las imágenes vuelven a mezclarse, se superponen sin orden, como