Al amanecer comenzamos a arreglarnos junto con KIMKA que viene a socorrerme gracias a Calen, con mi maquillaje. Le agradezco por las ropas que hace días me compró y digo que no tenía tiempo para ir a su dormitorio en persona. Con todo, lo cierto es que prefiero no toparme con ella si Calen no está presente. Sin embargo, horas después ansío la presencia de KIMKA porque temo a la proximidad de Calen.
Yo que me veo al espejo detrás del tocador noto su tacto a palma abierta en mi espalda. Que baja hasta halagar mis caderas con el toque de sus manos. De manera que cierro mis ojos para sentirlo mientras inhalo por mi nariz.
— Estás bellísima, Sirena.
Trago y absorbo el gusto a menta que desprenden sus palabras.
— ¿Sirena? ¿Ahora me llamarás así? –río al verle a través del espejo.
— ¿Te molesta?
Curiosea inclinándose junto a mí que engarroto los dedos de mis manos para responder.
— No me respondas con una pregunta...–repongo– pero no. Creo que no...
— Pues sí. Te llamaré así: Sirena.
Dic