Jamás me imaginé que el que creía el día más hermoso y feliz mi vida, se convirtiera en una terrible e infernal pesadilla. Verme entrando a aquella iglesia vacía, fue la cosa más malvada que te puedan hacer. ¿Quién pudo enviarme a un lugar desolado como aquel mientras alguien intentaba casarse con mi novio, en lo que sería mi boda de ensueños? Y no solo eso, ¿quien cerró la puerta y prendió fuego al lugar conmigo dentro? Desde ese momento no confío en nadie. Ese día perdí al único hombre que he amado y amaré. No descansaré hasta encontrar a los culpables. Aunque mi querido padre me la ponga difícil, sobre todo ahora, que se ha empeñado en casarme o no dejará que siga llevando las riendas de mi fortuna. Es por ello que hago esto. ¿Casarme? De acuerdo. ¿Amar? Eso es otra cosa. ¡Jamás volveré a entregar mi corazón a nadie! Para mí la vida se reduce en dos cosas. Poder y dinero, lo demás no importa. No puedo prescindir de ninguno de los dos porque los necesito para mi venganza. Por eso, he contratado a un esposo. Lo que no siempre las cosas salen como uno las planeas y en mi caso, me di cuenta demasiado tarde... El amor ya había ganado
Ler maisAl fin en ansiado día había llegado, uniría mi vida con el hombre de mis sueños, el primero y al único que había amado. Nada de lo que sucedía a mi alrededor tenía importancia, contrario a lo que siempre disponía, en mi manía de organización. Hoy mi pensamiento estaba al lado de mi gran amor. Por esto cuando tuve que montar sola en la limusina que me llevaría a sus brazos, no encontré nada raro en ello. Lo hice con trabajo, pero inmensamente feliz.
Me parecía estar viviendo un cuento de hadas, donde la princesa encuentra a su príncipe disfrazado y son felices. Sonreía como una tonta mirando las fotos de ambos en mi teléfono, hasta que la voz del chofer me despertó.—Es aquí, señorita —me informó deteniéndose. Miré hacía afuera incrédula de no ver a nadie esperando por mí. Descendí ayudada por el chofer, aún sin que nadie apareciera a ayudarme o recibirme. No obstante, me llené de valor, subí las escaleras y al abrirse las puertas. ¡Estaba vacía! ¡Sí, como lo oyen, no existía un alma y hasta parecía abandonada! ¡Nadie me esperaba en la iglesia! Y ese fue el inicio de toda mi desgracia. Sé que muchas piensan que el amor ideal, ese con que todas soñamos no existe. Les digo que no es verdad, ¡sí existe! Yo lo encontré cuando tenía dieciocho años. Había ido a estudiar al extranjero, específicamente en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos. La mejor escuela que encontré, Harvard, para hacer mi carrera de administración de empresas y poder manejar la enorme fortuna que me había sido heredada. Y lo hice de incógnito, lo cual me permitió tener una vida como una persona normal. Nadie me vigilaba, ni me perseguía, vivía como deseaba. Me acompañaba Viviana, mi mejor y única amiga, es hija de mi nana. Obligué a mi padre a pagarle los estudios para que me acompañara en todo. Y no me arrepiento, porque ella es muy inteligente y buena en lo que hace. A la semana de llegar me encontré en la biblioteca con Hugo. Un joven que usaba grandes espejuelos y parecía más bien un ermitaño, nunca se peinaba, ni afeitaba. Usaba aquellas raras ropas, pero que como a mí, le gustaba estudiar, y eso hizo que olvidara todos los demás defectos. Me senté a su lado al ver que su mesa estaba vacía, y sin dirigirnos la palabra jamás, estudiamos todo un semestre así. Y a pesar de que no hablábamos, creamos una complicidad entre los dos, y nos ayudábamos mutuamente en silencio porque estudiábamos lo mismo. Hasta que una noche en que nos habíamos quedado hasta muy tarde, al salir para ir para mi apartamento dentro de la escuela, estaba muy oscuro y me dio un poco de miedo. Él pareció notarlo y caminó a mi lado en silencio. Al llegar e ir a darle las gracias, sencillamente me besó y me dijo.—¿Podrías casarte conmigo?—¿Eh?—¿Qué si podrías casarte conmigo? —repitió su pregunta No sabía que responder a aquello, su beso en verdad me había removido completamente. ¡Era mi primer beso! Él seguía mirándome fijo en espera de una respuesta y sin más le dije.—Sí. —De acuerdo, lo haremos en las vacaciones.—¿En las vacaciones? ¡Esa es la otra semana! Además, viene mi papá con su esposa y su hija.—¿Tienes una hermana?—No, es hija de la esposa de mi papá, no es mi hermana.—Entiendo, también viene la mía, es por ello que te estoy pidiendo que te cases conmigo. No quiero que me impongan una esposa.—De acuerdo. Sin embargo, no lo pudimos hacer, por una fuerte tormenta de nieve que se desató, y nuestras familias no fueron. Seguimos entonces siendo novios, y nos enamoramos perdidamente. Estábamos hechos el uno para el otro. Lo único era que solo conocía mi nombre, no mi apellido ni a qué familia pertenecía y mucho menos que era inmensamente rica. —Hugo, debo decirte algo antes de mañana. Le pedí el día antes de nuestra boda. La cual habíamos estado de acuerdo en realizarla en una iglesia pequeña con pocos invitados. De mi parte, mi padre, la bruja de su mujer con la artificial Valeria. De su parte, un abuelo y un hermano mayor. De ambas partes existía un misterio relacionado con ese punto. Nos amábamos, pero no conversamos jamás sobre quienes éramos en realidad. Yo no lo hacía porque temía que al enterarse quien era, me dijera que no éramos de la misma clase y me dejara. Él se veía que era muy pobre y orgulloso. ¿Y si me deja en la iglesia cuando sepa quien soy? Era la pregunta que tenía con miedo en mi mente todo el tiempo, por ello me decidí a confesarle la verdad antes. —Es sobre mi familia y quien soy —expliqué al ver como se había quedado mirándome en silencio.—Yo también tengo que confesarte algo sobre lo mismo —me respondió muy serio— lo haremos en nuestra luna de miel. No importa quienes seamos, estamos enamorados y nos amamos por nosotros. ¿Verdad?—Sí, sí, te amo sin importar quien seas, eso no va a cambiar. Solo que pensé que mejor te lo decía hoy, pero si prefieres esperar, por mí no hay problemas. Una pregunta, ¿leíste los papeles de la boda?—No, lo hizo el abogado. —Ah, no hay problemas. Y eso fue, lo otro que recuerdo es que cuando llegó la limusina en que debía arribar a mi boda, mi papá no llegó para acompañarme. En su lugar me mandó un mensaje diciendo que me esperaba allá, porque su auto se había roto. Luego, cuando me dejó frente a la iglesia me sorprendí. Es cierto que no había ido a ver nada, pero no recordaba que mi amiga me hubiese dicho que estaba allí. No obstante, me llené de valor, subí las escaleras y al abrirse las puertas. ¡Estaba vacía! ¡Sí, como lo oyen, no existía un alma y hasta parecía abandonada! Incrédula avancé, todavía dudando de que el chofer se hubiera equivocado de iglesia. Cuando de pronto, la puerta se cerró con un gran sonido y el humo del fuego comenzó a inundarlo todo. La horrible pesadilla que siguió, aún no puedo recordarla con claridad, ya he dejado de intentar hacerlo. Y aunque nadie me cree, mi Hugo ese día perdió la vida después de salvarme. Lo vi con claridad, él saltó por una ventana, rompió mi vestido que había comenzado a quemarse junto conmigo y me arrastró hasta la puerta la cual no podía abrir, me pidió que lo esperara que iba por algo para romperla. Pero no volvió, el techo colapsó y Viviana al fin me había encontrado, abrió la puerta que estaba cerrada de afuera y me salvó. De eso ya ha pasado un tiempo, me quedaron grandes secuelas de las quemaduras, tuve que realizar muchas operaciones y todavía sufro de ello. Y ahora estoy aquí, tratando de complacer a papá, para que me deje tranquila. Para él, yo escapé de mi boda y me escondí por muchos años. No sabe nada de lo que me pasó, solo que Hugo se retiró de la boda al descubrir de alguna manera que la que estaba debajo de aquel velo no era yo, sino mi hermanastra. Y me encontró como mismo hizo Viviana, por las llamadas que le había realizado diciéndole dónde estaba y lo que me habían hecho. No sé por qué hoy me ha dado por pensar en eso. El teléfono suena insistentemente, hasta que al fin me levanto de un sillón en el balcón de una suite en un hotel de lujo, tanteo hasta llegar al aparato y lo respondo. —Hola. —¿Trinidad Muñoz? —La misma, ¿quién la procura? —Ja, ja, ja..., ¿creíste que sería tan estúpido de casarme contigo? ¿Se te olvidó cómo me rechazaste todas las veces que te pedí salir contigo? — ¿Quién habla? Está equivocado de número. —Soy Esteban. —¿Esteban…? ¿Qué Esteban? No conozco a nadie con ese nombre —¡Eres una mujer despreciable que se merece todos los bochornos del mundo! ¿Cómo te atreves a hacerte la que no me conoces? ¡Soy Esteban Duarte, el prometido que escogió tu secretaria para casarse hoy contigo! Ja, ja, ja..., ¡estaré en primera fila mirando como seas dejada en el altar! ¿Creen que no me enteré lo que eres? ¡Una mujer miserable! —¡Oye! ¿Quién te has creído que eres? ¡A mí lo que se me sobran son pretendientes, estúpido! —¡Solo en tus sueños! ¡Porque si eso fuera verdad, no estuviera tu asistente haciendo entrevistas para buscarte un marido! ¡Eres una mujer de poca ética y desvergonzada!—¡No sé quién diablos te crees que soy! ¡No te conozco, y para tu conocimiento, mi prometido está ahora mismo aquí a mi lado! ¡Así que te hicieron una buena broma a mi costa, imbécil! Cuelgo molesta, y camino despacio hasta dónde mi amiga y mejor amiga Viviana, acaba de entrar a la habitación hablando por teléfono con alguien. —¿Todo listo? —pregunto— ¡Viví…! —le grito a mi amiga al ella no responder —Espera Trini, ¡te dije que esto así no iba a funcionar!El sol brillaba con fuerza, bañando la antigua iglesia de madera con su cálido resplandor. Los vitrales reflejaban los colores del arco iris en el suelo empedrado, y el aire estaba lleno de una serenidad palpable. Era un día perfecto para una boda. Trinidad Muñoz estaba de pie en el umbral de la iglesia, su vestido blanco brillando a la luz del sol. Era el mismo diseño que su madre, Isabel, había dibujado para ella hace años. Cada detalle del vestido parecía cobrar vida, desde el delicado encaje hasta las pequeñas perlas que adornaban el corpiño. Trinidad parecía una visión, una novia deslumbrante lista para dar el paso más importante de su vida. El señor Andrés Muñoz, con su rostro lleno de orgullo y emoción, se acercó a su hija y le ofreció su brazo. Podía ver en ella a su hermosa esposa el día que se casaron; el vestido, elegante y sencillo a la vez, acentuaba el parecido entre su adorada hija y su difunta esposa. Trinidad lo miró emocionada y lo abrazó con amor.—No llores, papá
La vida es, en efecto, increíblemente impredecible. Nadie está a salvo de las sorpresas y giros que el destino puede tener reservados. Esto es especialmente cierto para aquellos que creen tener su camino bien trazado y seguro. A menudo, la vida tiene una forma peculiar de desafiar nuestros planes más cuidadosamente elaborados. Puede presentar obstáculos inesperados, introducir nuevas personas en nuestras vidas o cambiar nuestras circunstancias de formas que nunca podríamos haber imaginado.Pero aunque estos cambios pueden ser desconcertantes e incluso aterradores al principio, también pueden abrir puertas a nuevas oportunidades y experiencias. Pueden enseñarnos valiosas lecciones, ayudarnos a crecer como personas y, en última instancia, conducirnos a destinos que nunca podríamos haber soñado.Así que, incluso cuando la vida parece estar lanzándonos una curva, es importante recordar que estos giros inesperados pueden ser solo el comienzo de un nuevo y emocionante capítulo en nuestras
Después de que todos se retiraron, el juez Fernández, solo en su despacho, abrió el último cajón de su escritorio y sacó una foto. En ella, sentada bajo un sauce llorón, una joven pintaba en la apacible paz del atardecer. Era Isabel Fresneda, quien se había convertido en la famosa pintora conocida como Puridad.—¿Por qué no me aceptaste? ¿Cómo pudiste enamorarte de Andrés y no de mí? —murmuró mientras acariciaba la foto— Te fuiste antes de tiempo, no me permitiste amarte, ¿cuál era el motivo de tu desprecio?Cerró los ojos, recordando cómo la había seguido a la universidad y cómo, por mucho que se había esforzado en ser su amigo, ella le huía como si fuera lo peor del mundo. Y de pronto un día se enteró de que se habían mudado juntos ella y Andrés Muñóz, el chico que no dejaba de estudiar para mantener su beca. ¿Por qué él y no yo? Se preguntaba.La foto parecía capturar la esencia de Isabel, su belleza serena y su espíritu libre. Pero también era un doloroso recordatorio de lo que Fe
El peso de la situación era abrumador, pero no había tiempo para la indecisión. Landon y Alejandro tenían que actuar con rapidez y precisión. La Orden de los Iluminados tenía un alcance y poder que ellos nunca habían imaginado, pero también tenían una ventaja: la verdad estaba de su lado.Landon y Alejandro sabían que tenían una tarea difícil por delante. Pero también sabían que no podían permitir que la Orden de los Iluminados continuara con sus actividades criminales. Estaban dispuestos a hacer todo lo posible para llevar a estos poderosos criminales ante la justicia.—Está bien —dijo Landon, mirando a Alejandro con determinación—. Tenemos mucho trabajo por delante. Pero juntos, podemos hacer esto. Vamos a desenmascarar a la Orden de los Iluminados y llevarlos ante la justicia.La estrategia que Landon y Alejandro necesitaban implementar debía ser cuidadosa y meticulosa. Estaban tratando con individuos poderosos y bien conectados, por lo que cualquier paso en falso podría ser peligro
Las palabras de Hugo resonaron en el helicóptero. Había una seriedad en su tono que no dejaba lugar a dudas de la importancia de sus palabras. Landon asintió, comprendiendo la necesidad de precaución. Uno a uno, todos comenzaron a apagar sus teléfonos, comprendiendo la necesidad de mantener su ubicación en secreto y protegida. El silencio llenó el helicóptero mientras cada uno se perdía en sus pensamientos, la ciudad y su caos ahora parecían lejanos. La seguridad del refugio y la promesa de una oportunidad para recuperarse y planificar su próximo movimiento era un faro de esperanza en medio del caos.Hugo miró a Trinidad, su mano buscando la de ella para brindarle consuelo y apoyo. A pesar de todo lo que estaban atravesando, estaban juntos. Y eso era lo más importante.El señor Andrés, antes de apagar su teléfono, había enviado un mensaje a Manuel, quien custodiaba su casa con diligencia. En el mensaje, le indicaba que destruyera la casa y se escondiera en el estudio de su esposa ha
El doctor parecía a punto de discutir, pero Hugo intervino, su mirada fija en el médico. Tenía la sensación de que lo conocía, pero la máscara que llevaba el mismo, y la manera esquiva en que evitaba mirarlo, le impedía que su mente le dijera de dónde. —Has escuchado a mi esposa —dijo con firmeza—. No permitiremos que nadie más realice la operación. Si su doctora no puede venir, encontraremos a alguien más. El doctor abrió la boca para protestar, pero la mirada desafiante de Hugo le hizo detenerse. Después de un momento de tensión, asintió y salió de la habitación, dejando a Hugo y Trinidad solos una vez más. Hugo se volvió hacia Trinidad, apretando su mano con suavidad.—Todo va a estar bien, Trini —le aseguró, aunque no podía ocultar completamente la preocupación en su voz—. Encontraremos a tu doctora. Trinidad asintió, apretando la mano de Hugo con fuerza mientras un pequeño temor se hizo grande. A pesar del miedo y el dolor, se sentía reconfortada por la presencia de Hugo y su
Último capítulo